Actualidad

La señora de Cao y otro cau cau

Published

on

Sobre la Señora de Cao se arguyen muchas posibilidades aún no satisfechas. No se ha determinado aún, por ejemplo,  si tuvo plenas competencias en sus predios, es decir, si tuvo el control político, religioso, administrativo y militar como correspondería a un mandatario típico de aquellos tiempos y cómo fue que asumió la posición que representa.

Sin duda, el estudio científico de su descubrimiento nos demuestra que la hegemonía masculina en el Perú prehispánico no fue absoluto, lo que es positivo, pero de allí a  tomarla como un referente del tan necesario empoderamiento femenino en la actualidad es uno de los tantos absurdos a los que nos tiene acostumbrados el esnobismo nacional. Es como si dijéramos que las mujeres deberían tomar como referentes a Catalina la Grande, la Emperatriz Xiao Ding Jing o Margaret Thatcher por haber ejercido el gobierno en sociedades casi absolutamente machistas, un absoluto ridículo.

El martes se reveló el rostro de esta soberana del antiguo territorio peruano en el Ministerio de Cultura como si fuera un gran acontecimiento. Este es uno de los grandes equívocos que tiene el enfoque estatal y general respecto de lo que es cultura. Según mi parecer, es mucho más importante conocer los rostros de los miles de insurgentes asesinados en Chan Chan en 1932 o en Barrios Altos y en tantos otros lugares que fueron cubiertos por el horror y el abuso, así como los rostros de sus victimarios a fin de repudiarlos eternamente,  a fin de saber, de verdad, quienes somos y quienes podemos llegar a ser.

Me sorprende que un país que no echa de menos a sus muertos, que no siente como propios los asesinatos de tantos jóvenes que han obsequiado sus vidas al sueño de forjar una patria mejor para todos,  intente, al mismo tiempo, enaltecer a figuras tan distantes como la Señora de Cao.

En el evento parecía haberse congregado un concurso para coronar a la persona con el cutis más rosado y para mayor paradoja, todos parecían muy entusiasmados por conocer el rostro mochero de esta antigua mandataria. Lo peor fue la presencia de treinta asientos reservados, las tres primeras filas del evento,  ya que fueron la marca más ridícula del vano protocolo que disponen este tipo de eventos, costumbre tan absorta en el mal gusto que mantenerla sólo puede conformar una tara insoportable ante el juicio de todo espíritu crítico e ingenioso. El resto del evento no vale la pena de ser descrito.

Comentarios
Click to comment

Trending

Exit mobile version