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“La revolución y la tierra”, una acertada visión a 50 años de la Reforma Agraria de Velasco Alvarado

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Escribe Luis Felipe Alpaca

Hace algunas décadas hablar del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas significaba hablar de algo políticamente incorrecto, porque como en todas las épocas, siempre han existido las campañas de desinformación orquestadas principalmente por pequeños grupos de poder económico que no descansaron hasta “convertir” al general Juan Velasco Alvarado en el personaje más miserable y funesto en la historia del Perú.

Así, el tiempo no pasa en vano, y la cinematografía peruana ha sabido reflejar en los ecranes de las salas las fracturas sociales y políticas del país; en ese sentido cineastas como: Luis Figueroa, Armando Robles Godoy, Fico García, Nora de Izcue, y el Grupo Chaski siempre se comprometieron con los peruanos de verdad, me refiero a los que viven en el Perú profundo; y en estos momentos el joven cineasta Gonzalo Benavente Secco acaba de estrenar en el 23° Festival de Cine de Lima, su nueva película “la revolución y la tierra”.

Benavente que ya había debutado en el cine sin mayores brillos con su ópera prima “Rocanrol 68”, esta vez tomó el reto, investigó responsablemente, armó su equipo de batalla y se puso al frente de un trabajo complicado como lo que es hablar de la Reforma Agraria en el Perú, y de su digno representante Juan Velasco Alvarado.

La película desde el inicio, y al estilo castrense le ordena al espectador erguirse en la butaca, por el fragor de la marcha militar que invade la sala mientras Velasco anuncia su golpe militar del 3 de octubre de 1968, para erigirse como el nuevo presidente del Perú.

Han pasado 50 años desde la Ley de la Reforma Agraria, y Benavente del modo más frontal nos cuenta una historia que por décadas ha sabido mantenerse en silencio. En tanto, ideólogos  e intelectuales de la talla de Héctor Béjar, Hugo Neira, y Nelson Manrique explican con lucidez  qué fue lo que pasó realmente en aquellos años convulsionados  donde el campesino no valía nada, y trabajaba la tierra por nada. Asimismo, el resto de testimonios de historiadores, cineastas, y críticos, que ofrece el flime reflejan el sinsabor de los que crecieron posteriormente creyendo otra historia; algo semejante a los antiguos westerns norteamericanos donde los malos de la película siempre fueron los indios y/o apaches.

Algo importante y acertadísimo, es la introducción de algunas escenas de clásicos cinematográficos como Kukuli, La muralla verde, Espejismo, Túpac Amaru, Caídos del cielo, Avisa a los compañeros, Muerte de un magnate, La boca del lobo, y Gregorio, y que afortunadamente impregna un tremendo volumen narrativo, que dota de gran dimensión cinematográfica al documental.

La cinta también hace un relato cronológico de la cultura popular desde la época sesentera hasta llegar a los noventas, era del nacimiento de la tecno-cumbia. En otros pasajes, surge una vieja  filmación donde interviene un gallardo chalán Rafael Graña que era el dueño de cientos de miles de hectáreas de la legendaria hacienda Huando, y que se muestra como el “protector” de los campesinos; aquella escena parece sacada del cine de Walt  Disney, por lo hilarante que resulta escuchar el pésimo idioma ingles que vocaliza el tal Graña.

La cinta se muestra oportuna al recordar luego de mucho tiempo al Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social, más conocido por su acrónimo SINAMOS, y creada en 1971; y más oportunas son las escenas del chaman campesino Saturnino Huillca, quien fuera apresado por años en el penal amazónico “El Sepa”.

Algo desconcertante resulta la aparición de un edulcorado Francisco Morales Bermúdez (requerido actualmente por la  justicia italiana para que cumpla pena de cadena perpetua por presuntamente ser parte del Plan Cóndor) que como si no hubiera pasado nada pierde la  memoria cuando le preguntan sobre las películas de temática campesina que fueron incineradas durante su régimen militar. Además, el documental también habla  de los bonos al portador que en su momento se emitieron a los campesinos y a  los terratenientes ricos,  para resarcirlos, pero luego estos bonos perdieron su valor al convertirse en nominales, y el Estado posteriormente solo pagó pecuniariamente al 70% de los terratenientes ricos, y no a los pobres.

En suma, “La revolución y la tierra” rompió el silencio que desde hace 50 años reina en los medios, en los claustros universitarios, y en las tradicionales familias fachas del Perú; y se ha convertido en un documento valioso y obligatorio para las nuevas generaciones, que todavía están a tiempo de conocer y de comprometerse con lo que significa la memoria de un país.

FICHA TÉCNICA

DIRECCIÓN
Gonzalo Benavente Secco

GUION
Grecia Barbieri, Gonzalo Benavente Secco

PRODUCCIÓN GENERAL
Carolina Denegri

JEFATURA DE PRODUCCIÓN
Diana Castro

DIRECCIÓN DE FOTOGRAFÍA
Elard Robles

ASISTENCIA DE CÁMARA Y LUCES
David Huamán

ASISTENCIA DE DIRECCIÓN
Daniel Farfán

 DIRECCIÓN DE ARTE
Grecia Barbieri

DIRECCIÓN DE SONIDO
Willy Ilizarbe

MÚSICA ORIGINAL
Santiago Pillado-Matheu

EDICIÓN
Chino Pinto
Gonzalo Benavente Secco

COLORIZACIÓN
Cérsar Pérez

INVESTIGACIÓN
Matteo Stiglich, Grecia Barbieri, Gonzalo Benavente Secco
PRODUCCIÓN DE INVESTIGACIÓN DE MATERIAL DE ARCHIVO
Nayo Aragón, Milagros Távara

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