Llegamos sin pausas pero sí con mucho desorden y desencantos, a este fenómeno que los historiadores se empecinan en denominar “Bicentenario de la Declaración de la Independencia”, un título bastante rimbombante que no encaja con nuestra precaria realidad, siempre tan dependiente de entidades externas como el Banco Mundial, o entre otros factores ajenos, la subida y bajada del dólar, unidas a una falsa identidad que no sabemos cómo asumir, porque por un lado nos decimos “cholos” pero despreciamos a quienes proceden de los pueblos andinos y selváticos y queremos anularlos. Y por el otro, aún lloramos la conquista de España, olvidando que la mitad de nuestro ser, lleva su ancestro. Y mientras tanto seguimos divagando inventando fórmulas de gobierno que no nos ayudan a progresar, que retrasan el desarrollo, porque van de la mano de una indignante corrupción.
¿Y cuándo fue?
Una de las primeras declaraciones oficiales de la Independencia fue el 27 de noviembre de 1820 desde el ahora histórico balcón de Huaura. Que en realidad solo lo fue para esa parte del distrito y provincia de Huaura. Estando en Lima, José de San Martín lanzó su famosa proclama: “Desde este momento, el Perú es libre e independiente” , sin embargo no fue así pues el General José de la Serna aún se hallaba en Cusco y no salió del Perú hasta 1825, después de la Capitulación de 1824 como analiza la investigadora de Arte, Gabriela Lavarello Vargas (Presentación No 120, complemento del 114) quien sostiene además que no tenemos un Acta de Independencia, sino un Acta del Cabildo limeño, firmado por personalidades criollas.
España recién reconoció nuestra Emancipación en 1879, a través del Tratado de Paz de París, siendo los firmantes, por España el monarca Alfonso XII y por Perú los arequipeños, Luis La Puerta y Mariano de Goyeneche.
Un pintor no despinta
Los artistas, son siempre los hombres y mujeres testigos de su tiempo, de ahí que no nos sorprenden sus comentarios y descubrimientos. GONZALO GARCÍA CALLEGARI, es uno de ellos.
Este pintor tiene la particularidad de combinar animales y humanos, creando una sugestiva sucesión de figuras sacadas de alguna leyenda semi urbana,pero esta vez decidió meterse en la Historia, tratando de explicarse y explicarnos el significado y sentido del Bicentenario.
Con esta idea expondrá la muestra “La Reconquista del Perú” a partir del 29 de enero hasta el 28 de febrero en la Sala SIETE SETENTA (770) del Centro Cultural Ricardo Palma, en Miraflores.
Utilizando su arte, nos acerca a la tecnología digital, los vericuetos de la cultura consumista, dominación política y a nuestra propia crisis respecto a lo que es, a su necesidad o inutilidad en sociedades tan cambiantes como las nuestras.
Gonzalo García Callegari (Lima, 1971) es un artista que ha transitado múltiples espacios nacionales e internacionales desde que egresó de la Facultad de Arte de la Pontificia Universidad La Católica. Esta vez vuelve a otra individual siendo su propio curador, manager y organizador.
Con nosotros, el artista y sus interesantes opiniones acerca del Bicentenario.
¿Desde cuándo te dedicas a este tipo de creaciones? tienen mucho de teriomorfismo, aunque parecen ser sobre todo híbridos de humanos y animales.
Desde hace varios años me ha interesado la relación entre los animales y los seres humanos. Y en 2018 hice toda una muestra sobre este tema titulada «Canción Animal», en donde los animales se mimetizan con los humanos y de alguna manera toman el control sobre ellos (esta serie estuvo basada en la novela “Rebelión en la granja” de George Orwell). Es un tema muy recurrente en la historia del arte universal, y yo trato de darle una mirada propia.
¿Qué te llevó a hacer un retro en la Historia del Perú y utilizar de manera caricaturesca personajes íconos?
Desde el año 2010 vengo investigando en la Historia del Perú a través de series de trabajo que tocan diferentes aspectos de la misma: nuestro pasado, nuestra idiosincrasia, personajes icónicos, nuestra clase política, momentos históricos importantes, etc. Lo de la caricatura viene primero porque es la manera en que últimamente vengo dibujando a la persona humana, de una manera esquemática, es el resultado de una evolución natural en mi dibujo. Y también porque para esta serie me he basado en los dibujos de Guamán Poma de Ayala, que son muy caricaturescos de por sí. Yo he tratado de mantener el mismo «espíritu» en el dibujo, un poco buscando el humor y la ironía, que atraviesa toda mi propuesta.
¿Qué significó viajar a España? ¿Te encontrarte con parte de nuestros ancestros?
Cuando se me presentó la oportunidad de ir a España para hacer una residencia artística, me planteé hacer algo que tuviese que ver con la historia de los dos países. Y decidí contar la historia de la Conquista del Perú, pero desde mi punto de vista, a mi manera, con mucho respeto pero también con sarcasmo y de una manera muy lúdica. La serie fue presentada en una feria de arte contemporáneo en Madrid, por donde pasan miles de personas en un fin de semana, y fue muy interesante ver las distintas reacciones de la gente. La mayoría de esas reacciones fueron positivas, hubo una que otra persona que se sintió ofendida, aunque después de escuchar mi explicación ya entendían lo que estaba tratando de decir. Toda la experiencia fue como «reconquistar al conquistador», pero de una manera figurada y artística. El conocer a la sociedad española “desde dentro” fue muy enriquecedor, pues uno se da cuenta que muchos de los problemas que nos aquejan son los mismos que ellos arrastran desde hace muchos años también.
¿Es importante revisar los textos históricos? el tema ahora es el del llamado bicentenario. ¿Cuál es tu visión del Perú en este segundo centenario?
Es sumamente importante revisar los textos históricos. Una cosa es lo que a uno le enseñan en el colegio (donde se privilegia la memorización de fechas y personajes) y otra muy distinta es beber de las mismas fuentes, y descubrir que la historia es muy distinta de la que uno suponía. Uno descubre que los problemas del Perú han sido los mismos siempre, desde mucho antes de la Independencia, y los errores se repiten una y otra vez. Nuestra clase política nunca ha estado a la altura de las expectativas y el resultado es el país que tenemos, un país fracturado, con muchísimas diferencias, en donde hay distintas categorías de ciudadanos y lleno de corrupción y delincuencia. El Bicentenario es un momento para mirar atrás, aprender de los errores y de una vez por todas mirar hacia el futuro con objetivos comunes que nos lleven a desarrollarnos, pero sin excluir a nadie. Para mi el verdadero reto del Bicentenario es encontrar la fortaleza y el desarrollo partiendo de nuestra diversidad, que es nuestra mayor riqueza.
El juego es una actividad desestresante, ¿utilizas la pintura con ese motivo?
El juego es algo que me interesa mucho. Es a través de él que el ser humano aprende a relacionarse con el mundo, lo que se ve de manera muy clara y evidente cuando somos niños. Y el juego es algo que siempre estará ligado con la creatividad. Sin embargo, no veo a la pintura como un juego, la veo más como una labor. Me veo como alguien con un labor diaria, con un deber, y esa labor y ese deber es hacer arte las 24 horas al día, los 7 días de la semana.
¿Por qué escogiste hacer una exposición presencial en medio de esta crisis pandémica? ¿No apuntas por las virtuales?
Esta serie no estaba pensada para ser exhibida en Lima en un primer momento, pero se presentó la oportunidad y la tomé, ya que me parece importante que la ciudadanía entre en contacto con la obra artística de manera física, presencial. Y si es en el año del Bicentenario, pues mucho mejor. Lo virtual es interesante pues abre todo un abanico de posibilidades, pero nunca podrá reemplazar al hecho de pararse frente a un cuadro y reflexionar frente a él. Esa experiencia es irremplazable.
¿Qué plantearías al Ministerio de Cultura para continuar con la movida artística en el país, tan venida abajo con la crisis que vivimos? ¿Cómo se podrían activar este tipo de actividades?
Yo egresé de la Universidad Católica en el año 1998, y desde ese tiempo hasta ahora, no veo ningún esfuerzo de parte del Estado para impulsar las artes plásticas a través de una política coherente y de largo plazo. Existen uno que otro intento, pero duran muy poco pues cambian al ministro o al gobierno y todo vuelve a como estaba antes. No existen una visión coherente sobre lo que es el arte contemporáneo, todo se concentra en temas de coyuntura y en una visión cortoplacista de las cosas. Es muy triste decirlo, pero ya no espero nada del Estado Peruano en este punto, solamente que no ponga trabas a mi trabajo.
¿Cuáles son tus propias propuestas? ¿se puede vivir con lo que tú haces?
Tengo muchas inquietudes en lo que se refiere a mi trabajo. Mi cabeza nunca deja de dar vueltas alrededor de ideas y proyectos que poco a poco se van concretando. Algunos toman más tiempo que otros, y probablemente me falte vida para hacer todo lo que quiero hacer en cuanto al arte se refiere. Sí se puede vivir del arte, es un camino incierto y muy difícil, de muchos sacrificios, requiere de muchísimo esfuerzo, pero si es tu pasión y crees firmemente en él, nadie puede detener eso. La crisis para mí ha sido un momento de mayor introspección. En ningún momento dejé de crear. Los primeros meses de la cuarentena me dediqué a dibujar mucho y a planear lo que se serían los siguientes meses y años desde mi casa. Luego, cuando ya se podía salir, cogí mi bicicleta y me fui a mi taller a seguir produciendo.