Opinión

¿La rebelión se justifica?

Lee la columna de Tino Santander.

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Por Tino Santander Joo

Aproximadamente un 35% de peruanos apoya el burdo golpe de estado de Pedro Castillo, según Apoyo y el IEP. Miles de peruanos querían destrozar las descompuestas instituciones del Estado. Nos referimos al Poder Judicial; a la Fiscalía de la Nación que tiene pactos comerciales con los bancos; al ilustre Congreso de la República que destaca por su honradez y brillo intelectual; al Tribunal Constitucional, que interpreta la Constitución al vaivén de los vientos políticos del momento.

En el Perú, nadie quiere un golpe de estado, pero la inmensa mayoría desprecia estas instituciones a las que percibe llena de privilegios y que usan su poder para protegerse entre ellos o para usarlos contra sus adversarios. Existe una rabia contenida, una repulsa que se manifiesta cotidianamente; la brutal violencia del estado corrupto contra los ciudadanos que no tienen salud, educación, ni ningún servicio eficiente y de calidad, promueve el odio de los peruanos contra la clase política.

El intento golpista de Pedro Castillo, ha develado el fracaso de la izquierda que en su laberinto ideológico solo lanza consignas demagógicas que nada tienen que ver con el carácter de la rebelión popular que quiere un cambio radical, liquidar a la vieja clase política de la izquierda y la derecha que más allá de sus insultos mutuos sirven a los grupos de poder económico.

Esta rebelión no tiene una conducción política, no obedece a la línea senderista, ni es terrorista. Están los militantes de los partidos políticos tradicionales al margen de sus direcciones autistas; los narcos, los mineros ilegales, y el Movadef pretenden imponer sus intereses, pero son repudiados por todos los peruanos; las organizaciones sociales; las clases medias regionales; las Mypes que marchan por la paz y combaten a los delincuentes; la izquierda limeña desde el Twitter; los defensores de los derechos humanos que buscan en la tragedia hacer un vil negociado. Incluso, la derecha liberal que demanda acabar con los monopolios y el mercantilismo empresarial. Cada sector tiene una demanda y todos coinciden en que tenemos que cambiar radicalmente el Perú.  Es una rebelión de las tribus informales que buscan un espacio político en el Perú.

El golpe fallido develó que la violencia de la rebelión popular puede generalizarse y llevarnos a una cruenta guerra civil tribal de inesperadas consecuencias. La Sra. presidente Boluarte, condena a los rebeldes con un discurso de yaraví en la que nos cuenta su amor perdido con Pedro Castillo. Con esa historia de amor y traición encubre a los verdaderos violentos y terroristas. Se olvidó que los bancos han creado un esclavismo financiero a través de altas tasas de interés; además, impiden la competencia financiera. El expresidente Pedro Castillo, observó la ley de fortalecimiento de las cajas municipales que promueve la competencia con los argumentos de los bancos.

No olvide, que el gobierno de Pedro Castillo (de la que usted era integrante) promulgó el DS. 009-2022 que supuestamente promueve la democratización de la Derrama Magisterial (el banco de los maestros) en realidad quería fomentar el caos administrativo para que la SBS controlada por los bancos intervenga la Derrama y sea vendida al BCP. El gobierno tiene que retirar esas observaciones y promulgar la ley del fortalecimiento de las cajas municipales y derogar ese decreto contra el banco de los maestros.

Esa es la historia de la oligarquía financiera, que causa terror en millones de familias que son amenazadas con quitarles sus casas, sus maquinarias, autos de trabajo. Esos son los terroristas. No olvide Sra. presidente, del terror del hambre, de la violencia de las tarifas de la electricidad y la telefonía, de los altos precios de las medicinas del monopolio farmacéutico del Interbank, de la prepotencia de las grandes empresas que no pagan sus impuestos con la complicidad del Poder Judicial. Reitero, esos son los terroristas.

El Perú, quiere libertad económica, porque somos un pueblo emprendedor; igualdad ante la ley y un estado al servicio de la gente y no de los grupos de poder económico; fraternidad para acabar con el clasismo y el racismo imperante en todos los sectores del país. Si quiere una tregua con quienes nos hemos rebelado contra el sistema imperante disuelva el Congreso y convoque a elecciones. Las Fuerzas Armadas no están para matar jóvenes y menores de edad que solo quieren un país justo. No es una protesta, es una rebelión y sino lo entiende, entonces la rebelión crecerá y será más violenta.

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