Opinión

¿La rebelión de Túpac Amaru II nos inspiró?

Fue testigo del asesinato de su esposa y sus hijos, para luego ser decapitado y desmembrado.

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Un día como hoy hace 244 años el curaca de Tungasuca y Pampamarca Túpac Amaru II fue el pionero de una revolución que le dio un duro golpe al sistema virreinal en lo que hoy es Perú. Fue como un anuncio preliminar a la Revolución Francesa que estalló nueve años después, en 1789. José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II como descendiente de la nobleza inca, vivía en confort y gozaba de bonanza económica como un prominente comerciante de transportes. Su niñez tuvo los privilegios de la buena educación y estudió en la universidad San Marcos, enfatizando la predilección por lo criollo, pero también tuvo destreza para los protocolos españoles que sabía complementar con glamorosos vestidos ibéricos.

Sin embargo, cuando la corona española a través del corregidor Antonio de Arriaga intervino sus prósperos negocios y le impuso un excesivo incremento de los pagos de rentas, el curaca reclamó con vehemencia, aunque sin mayor éxito, porque de todas maneras se elevaron las alcabalas y se incrementó el abuso hacia los indios con trabajos forzados en las minas. Ante la indolencia de Arriaga, el 4 de noviembre de 1780 Túpac Amaru se levantó en armas y lo envió a la horca y tras meses de batallas, él y su esposa fueron capturados y ejecutados el 18 de mayo de 1781 en la Plaza de Armas de Cusco, en presencia de una muchedumbre.

Se dice que aquella rebelión marcó el destino de nuestras tierras y que reivindicó al indio por enfrentar a un sistema colonial con feroz despotismo; incluso luego se incorporaron más precursores de la “libertad” que con el costo de sus vidas supieron poner los pilares de la ansiada independencia. Ha transcurrido más de un bicentenario de esta heroica muerte, y al parecer ya no significa un aliciente para las nuevas generaciones y tampoco genera inspiración. Atrás quedó el surgimiento de precursores comprometidos con su patria y actualmente, por lo menos en el ámbito político, el siglo XXI nos ha dado una cantera de oportunistas y vendepatrias. Evidentemente, este tipo de canallas siempre existieron, durante la colonia, incluso en la coyuntura independentista y también con la instauración de la república; sin embargo, hoy proliferan en serie, e incluso se cobijan en Palacio de Gobierno.             

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