Libertad bajo Palabra / Percy Vilchez Salvatierra

La Premio Nobel de Literatura Louise Glück, falleció a los 80 años en Cambridge

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Louise Glück falleció ayer viernes 13 a la edad de ochenta años. Ganó numerosos premios como el Pulitzer de Poesía en 1993 (por The Wild Iris), el William Carlos Williams de la Poetry Society of America, el National Book Critics Circle Award for poetry y el Nobel de Literatura de 2020. Además, fue designada como poeta laureada por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos hace veinte años (fue la duodécima galardonada).

Su juventud se cerró con la publicación de su primer libro en 1968 (Firstborn), año de múltiples sucesos que definieron aquella época en la suma de las contradicciones y el fin de la fantasía del hippismo (mayo francés, primavera praguense, etc.). Y así como ese año quiebra el marco hipercromático de la época, la autora de The Triumph of Achilles opta, también, decididamente por la monotonía, la atemporalidad y la opacidad como móviles y emblemas de su propuesta (condiciones que, siguiendo este orden de paradojas, están excluidos del último libro mencionado).

La poesía de Glück expone, grosso modo, constantes indagaciones personales y es dueña de una opacidad lírica que no agita ni exalta pasiones ni nada cercano, es retrospectiva en un tono más o menos menor aunque filosófico y apreciable en la medida que uno sepa disfrutar de la calma y del claroscuro.

Entre sus temas, la infancia y la referencia constante de sus padres evocan no un paraíso perdido sino la simiente del desconcierto propio ante un mundo que trasluce una perenne nostalgia aunque sin dramatismo con algunos matices en la onda de Plath o Dickinson, pero con una capa extra de una sobriedad rayana en la insipidez.

Agrega, sin embargo, a las simplezas de la vida cotidiana una dimensión mitológica y hasta metafísica de bajo impacto que, sin embargo, potencia su lóbrego universo.

La vida se vuelve demasiado llana con Glück, en apariencia. No exuda ninguna grandeza, eso sí, pero, en ella, haya su reflejo la tendencia de la gente que no busca ni grandes emociones ni salir a menudo de su propia resignación a la que añade una dosis de exploración en la vida cotidiana que se sirve del misterio y la penumbra para hallar un trasfondo mayor donde asentar la vista en la observación de sus fueros internos.

La obra de Glück, como puede verse, es rara y no tiene nada que ver con ser portentosa. Es mínima y, sin embargo, atrae como pueden atraernos ciertos frisos grises arruinados que cubren las grietas más hondas de la memoria.

En ese sentido, no es excepcional sino por contraste y por exceso de monotonía lo que podría caracterizarse como una exhibición de una obsesión fría y controlada. Por ello, una y otra vez, recurre al pálido uso de la contención que es su marca personal.

Entre la monotonía y la reiteración desapasionada de los instantes más insulsos la obra adquiere interés siempre por contraste entre el fracaso, el remordimiento, la mala conciencia, la frustración y la vacuidad de las ilusiones. Materia gris sobre lo gris.

Me hace recordar a Yves Klein, pero en lugar del famoso azul de aquel, Glück emplea sin medida el color gris en una tonalidad absolutamente propia. Le faltaron mayores matices y poemas más luminosos y potentes para ser completa, pero eso es pedir lo que no fue y lo que no fue muy bien no dado estuvo y está.

Acaso la salva (y ese es su legado para sus próximos lectores) el abordaje de la muerte como una suerte de precognición y el uso de una intuición aguzada y agudamente palpable en torno a este tema.

Habría que hacer una antología personal con sus mejores textos, pero solo se me han ocurrido estos apuntes en el día siguiente al de su muerte.

Si debe iniciarse su lectura, sería ideal que se opte por The Wild Iris y The Triumph of Achilles.
¡Rest in peace!

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