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La poeta Patricia Temple rinde homenaje a los trabajadores del Perú

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Patricia Temple. Foto: Rosana López

Deseo brindar un humilde homenaje a   aquellos obreros, explotados, a mineros enfermos por siempre en socavones inhumanos, a las empleadas domésticas, humilladas, marginadas. Quienes nos adoptan como parte de su familia. Nos enseñan a jugar y cantar de niños.

Por aquellos médicos solidarios, sabios ángeles que nos liberan de la muerte. Sin siquiera despeinarse.

Saltan, acuden, escriben, aconsejan, salvan, curan  sin mirar a quien.

A  Ti, Jacinto Kanul, por amansar mis temores, rescatarme y hacerme amar la vida con ese humor maravilloso. La risa sana, la poesía salva. Lo aprendí de ti, mi médico poeta, peregrino del mundo, incansable luchador , de causas nobles y poéticas.

Los sindicatos que no pierden el coraje y la esperanza. NO RENDIRSE, resistir.

Aquellos revolucionarios que dan su vida por sus ideas de justicia social

A los presos políticos, tenaces, consecuentes, inquebrantables.

A aquellos  trabajadores rebeldes que se obstinan en exigir justicia a una fría empresa, exponiendo su puesto de trabajo.

A los líderes sindicales que no claudican ante los cohechos ni negociaciones debajo de la mesa.

A los poetas, escritores que no claudican.

A aquellos periodistas honestos y valerosos.

A todos los valientes trabajadores, obreros, profesionales honestos, médicos, enfermeras, técnicas que dejan la vida en los fríos pasadizos de un hospital estatal.

A mis amigos revolucionarios.

A mis dos palomas trabajadoras y lectoras,  Claudia, mi hija que dominó con su tenacidad la insensible sociedad norteamericana. Ella es  Mi Orgullo. A Sofía, por leer y emocionarse con mis poemas. Ella será tan buena trabajadora como su madre.

A aquellos corredores inmobiliarios con corazón, amistad y cariño. A ustedes, mi gratitud y cariño, amistad eterna. Rosa María y Antonio.

A Carla y Blanca, por su entrega, lealtad y paciencia con esta poeta.

A Gerarda, mi mamá o nana, que me  enseñó la alegría y la bondad sacrificando su vida personal por sus dos niñas.

A mi hermana Inés, por dedicar su vida a enseñar lecciones de coraje a los desempleados.

A todos ellos,  que entregan el alma a una pasión y luchan por ella.

A JAVIER DIEZ CANSECO, joven rico, quien renunció  a sus bienes materiales para tomar la causa de los pobres entre los pobres consecuente y honesto. Luchó hasta el último día de su vida.

A todos ellos, mi respeto y admiración!!!

Ustedes nos devuelven la esperanza de un mundo más justo, sensible,  humano, honesto.

Feliz día!!!

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