Deseo brindar un humilde homenaje a aquellos obreros, explotados, a mineros enfermos por siempre en socavones inhumanos, a las empleadas domésticas, humilladas, marginadas. Quienes nos adoptan como parte de su familia. Nos enseñan a jugar y cantar de niños.
Por aquellos médicos solidarios, sabios ángeles que nos liberan de la muerte. Sin siquiera despeinarse.
Saltan, acuden, escriben, aconsejan, salvan, curan sin mirar a quien.
A Ti, Jacinto Kanul, por amansar mis temores, rescatarme y hacerme amar la vida con ese humor maravilloso. La risa sana, la poesía salva. Lo aprendí de ti, mi médico poeta, peregrino del mundo, incansable luchador , de causas nobles y poéticas.
Los sindicatos que no pierden el coraje y la esperanza. NO RENDIRSE, resistir.
Aquellos revolucionarios que dan su vida por sus ideas de justicia social
A los presos políticos, tenaces, consecuentes, inquebrantables.
A aquellos trabajadores rebeldes que se obstinan en exigir justicia a una fría empresa, exponiendo su puesto de trabajo.
A los líderes sindicales que no claudican ante los cohechos ni negociaciones debajo de la mesa.
A los poetas, escritores que no claudican.
A aquellos periodistas honestos y valerosos.
A todos los valientes trabajadores, obreros, profesionales honestos, médicos, enfermeras, técnicas que dejan la vida en los fríos pasadizos de un hospital estatal.
A mis amigos revolucionarios.
A mis dos palomas trabajadoras y lectoras, Claudia, mi hija que dominó con su tenacidad la insensible sociedad norteamericana. Ella es Mi Orgullo. A Sofía, por leer y emocionarse con mis poemas. Ella será tan buena trabajadora como su madre.
A aquellos corredores inmobiliarios con corazón, amistad y cariño. A ustedes, mi gratitud y cariño, amistad eterna. Rosa María y Antonio.
A Carla y Blanca, por su entrega, lealtad y paciencia con esta poeta.
A Gerarda, mi mamá o nana, que me enseñó la alegría y la bondad sacrificando su vida personal por sus dos niñas.
A mi hermana Inés, por dedicar su vida a enseñar lecciones de coraje a los desempleados.
A todos ellos, que entregan el alma a una pasión y luchan por ella.
A JAVIER DIEZ CANSECO, joven rico, quien renunció a sus bienes materiales para tomar la causa de los pobres entre los pobres consecuente y honesto. Luchó hasta el último día de su vida.
A todos ellos, mi respeto y admiración!!!
Ustedes nos devuelven la esperanza de un mundo más justo, sensible, humano, honesto.