Opinión
La música: el alma de la vida
Es un idioma universal que nos recuerda que aún estamos vivos.
Desde que nací, la música fue mi primer gran encuentro con la vida. Fue la puerta mágica hacia un universo sensorial que me marcaría para siempre. Recuerdo vagamente, con apenas cuatro años, cómo mi hermana mayor ponía en una vieja grabadora un casete que parecía contener los sonidos del cielo. Eran las composiciones de Vivaldi, Strauss, Beethoven, Mozart, Chopin, Bach, y otros maestros de la música clásica, cuyas notas sembraron en mí una sensibilidad que floreció con los años.
Durante mi adolescencia, el arte musical me alcanzó en forma de revolución. Unos espigados jóvenes de Liverpool, con sus trajes elegantes eran perseguidos por multitudes de chicas extasiadas, e irrumpieron en mi mundo con melodías como ‘A Hard Day’s Night’, ‘She Loves You’ y ‘Help’. Descubrí entonces que la música no solo era armonía, sino también historia, cultura, emoción, belleza y libertad. Desde ese momento, distintos géneros y polifonías se volvieron parte inseparable de mi existencia.
Ya en mi adultez, cuando me convertí en padre, supe que debía legar ese mismo amor a mis hijos. El menor de ellos, cuando apenas era un bebé, reía a carcajadas mientras escuchaba el estribillo de ‘Flaca’, un hit musical que recién había sido lanzado en el mercado internacional y que lo acompañaría introspectivamente durante años, hasta cantarlo —ya convertido en artista y con guitarra en mano— en una gala internacional en Polonia. Esa imagen entrañable selló para mí una verdad indiscutible: la música es herencia, es sangre, es vida.
Estudios científicos han demostrado que la música estimula la producción de dopamina, mejora la memoria, reduce el estrés, e incluso ayuda en procesos de sanación. En animales, puede calmar la ansiedad y, en las plantas, ciertos ritmos favorecen su crecimiento. La música es energía que trasciende especies y fronteras.
Hoy sé con certeza que la música no es solo un arte, es un idioma universal, un lazo invisible que nos conecta con lo más profundo de nuestro ser y con lo más bello del mundo. Porque mientras haya música, habrá vida. Y mientras haya vida, seguirá sonando alguna canción que nos recuerde a alguien especial y sobre todo, que estamos vivos.