Educación

LA MULTIPLICACIÓN DE LOS PECES

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Escribe: Susan Abigail

La Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU), o “israelitas” como son más conocidos, se estableció en un contexto de movilizaciones campesinas, previas a la reforma agraria velasquista, y en medio de una creciente migración del campo hacia las áreas urbanas del país.

Aguirre[1] no duda en calificar a esta organización como una empresa capitalista colonizadora, de capitales y personal andinos, cuyo objetivo primordial, dejando de lado sus  peculiaridades religiosas milenaristas, es la apropiación de las tierras que puedan ser ganadas para la agricultura mediante la colonización en la selva alta y baja.

Debido a su desilusión con el catolicismo urbano, muchos pobladores optaron por ingresar a esta organización religiosa, que no sólo les ofrecía una forma de vivir (las comunidades agrícolas, como lo hemos señalado) sino un líder espiritual a su medida, quien les diseña rituales “sanadores”. Su autodenominación como “israelitas” expresa también su posición sionista a favor del actual Estado de Israel contra el pueblo pobre palestino.

Por su actividad económica agrícola y el aporte voluntario de sus miembros, esta asociación ha logrado un millonario patrimonio a la muerte de Ezequiel Ataucusi, en el año 2000. Las peleas y la existencia de facciones al interior de la asociación y del partido se han hecho evidentes sobre todo después que el FREPAP logra tener 15 representantes congresales en estas últimas elecciones en el país.

Queda claro que tanto el FREPAP como la asociación religiosa no tienen una organización democrática, sino más bien patriarcal, donde el liderazgo político y religioso se hereda, por tanto, un feligrés común y corriente jamás tendrá la posibilidad de dirigirlo, ni siquiera, al parecer, tiene derecho de fiscalizar la administración de los bienes de la agrupación (menos a disfrutar de ese patrimonio).

Respecto a las mujeres, estas participan de la organización social, pero no de la eclesiástica. El espacio de la doctrina religiosa y el ritual israelita es patriarcal y androcéntrico (centrado en el varón), allí las mujeres no entran. Las mujeres están “sujetas” a sus maridos[2]. No hay mucha diferencia con otras religiones patriarcales. Es más, existen denuncias por violencia familiar a varios de sus miembros y también es clara su homofobia reaccionaria.

Si el FREPAP ha logrado el mayor porcentaje de votos en su historia no es porque los “israelitas” representen una verdadera opción para las clases bajas, para la clase obrera, sino porque los de última clase en nuestro país no encuentran otra opción mejor que seguir alimentándose en la esperanza de un “salvador mesiánico”.

Es porque no sólo están desilusionados de las religiones tradicionales, sino también de los políticos de izquierda que alguna vez siguieron (en los movimientos campesinos de los años sesenta), pero que finalmente les enseñaron a seguir confiando en sus verdugos, los militares o empresarios “progresistas”, sin mostrarles el camino para construir su propio destino a través de la lucha mundial contra la burguesía, que es el único camino de su liberación.


[1] Aguirre (2015), La participación política de los israelitas: el caso de la Iglesia Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU). https://revistas.cientifica.edu.pe/index.php/desdeelsur/article/view/127/272

[2] Meneses (2009), Las contradicciones de la identidad de la Iglesia Israelita del Nuevo Pacto Universal. http://www.scielo.org.co/pdf/unih/n68/n68a07.pdf

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