Todos celebran el día de la mujer, sus logros y conquistas políticas, desde Eva Perón hasta Marie Le Pen; desde Frida Kahlo hasta Lady Gaga. La mujer ha conquistado un espacio autónomo dentro de una civilización masculina y sin embargo las amenazas continúan acechándola.
En la novela 2666 del chileno inmortal Roberto Bolaño, se plasma con crudeza en LA PARTE DE LOS CRIMENES la saña atroz con que decenas de mujeres son violadas y asesinadas. En más de 200 páginas una treintena de mujeres mexicanas que van desde ancianas a niñas son horriblemente asesinadas en una ciudad ficticia con nombre de mujer llamada Santa Teresa, en el desierto de Sonora.
La descripción cuasi de parte policial, cruda y detallista de las muertes impresiona profundamente, más cuando Bolaño se toma la molestia en describir una por una las muertes, con nombre y apellido. El monstruo tras las muertes no es un hombre o una organización. En esta novela inconclusa, el protagonista parece ser la sociedad misma que devora a sus madres e hijas. Aquí el monstruo no tiene nombre individual, no puede ser acusado ante un tribunal, el problema es toda una cultura de violencia, un monstruo sistémico.
En Stierg Larsson, el mal feminicida vive en una sociedad refinada y culta como es Suecia. Allí la educación y el progreso encallan ante la maldad innata humana que se aprovecha de los seres más indefensos para abusar de ellos. A Lisbeth Salander su tutor legal la viola; inmigrantes de oriente son captadas, torturadas y asesinadas en un sótano de un multimillonario de la Corporación Vanger mientras las filma en video y bebe coñac. El inicio de la trilogía de Larsson no podría tener un mejor título: Los hombres que no amaban a las mujeres.
El segundo libro tiene por título La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, y si bien se explica por el origen de la protagonista, Lisbeth Salanbder, también lo hace al comienzo de la segunda novela por un personaje secundario apenas mencionado, otra inmigrante raptada por una mafia de esclavitud sexual, quien es violada todos los días por sus captores y que yace atada a un sucio catre día y noche, y que solo puede soñar con una cerilla y un bidón de gasolina para acabar con su calvario.
Ambas novelas, desde la alta literatura hasta el best seller, nos muestran la pesadilla más íntima de toda mujer, sea que viva en México DF o en Copenhague. Un temor común a la cual ni la educación o la situación social exime de escapar.