«Er selbst zu sein, das ist Das Leben und wir andern sind der Trauwz davon».
Fragmento de La Muerte de Empédocles de Holderlin.
La argolla como corresponde a su forma de ser solo posibilita el lucimiento de sus integrantes. Todo aquel que queda afuera, primero, deberá integrarse o será invisibilizado. Indudablemente, si eres débil te someterás a ese dictamen endeble propalado por endebles y consentido por otros que aun son más endebles, débiles o alcahuetes. En cambio si tienes carácter y talento pasarás de largo y dejarás que tu obra se imponga o te darás algo de tiempo y combatirás esa ligera peste.
Ahora, indudablemente, existen problemas mucho más graves que resolver en nuestro país antes que dejar a una caterva de cabezas gaseosas creer que rigen o que representan algo que sea distinto a unos muy buenos trozos de heces comunes expuestos en empaques de aluminio o expuestos en soportes de vidrio en la sala de una galería o un museo contemporáneo cualquiera.
En verdad, la literatura peruana se ha vuelto hondamente «autista» y egocéntrica, hecho que atrae la lamentable consecuencia de no hallar ningún tipo de ideas en centenas y centenas de páginas consagradas a un indeclinable olvido y que a nadie que no tenga una vida intensa y extraordinaria le deba ser consentido hablar de su propio «yo», bajo riesgo de hacer del lector un psicoanalista gratuito e invertido, en el sentido de que este paga para psicoanalizar al «paciente» escritor psicoanalizado.
Por otro lado, la poesía es un juego de niños «especiales» salvo notables excepciones … que no conozco.
Los últimos recitales a los que fui fueron cenáculos de anormales en el peor sentido y en mi ácida interpretación los he identificado con los grupos de terapia de El Club de la Pelea o con los que asisten a las reuniones de viciosos anónimos.
De los diversos colectivos actuales es mejor pasar de largo ya que desde Hora Zero no existe colectivo alguno que valga un centavo. En cambio, enfoquémonos en la «poesía» que gana premios y trofeos institucionales y obtendremos que si hay algo que pueda ser rescatado de ese sector, por ejemplo, de los Premios Copé, es que la mayoría de preseas y «laureles» entregados en el curso del siglo XXI son solo medallas sin contenido y el despilfarro de varios miles de soles ya que la savia de la vida y de la poesía no ha pasado jamás por esas sendas. Sin embargo, tampoco existe una crítica pormenorizada ante estos «premios».
Peor aún, los que no reciben premios no tienen posibilidades ni de exigir un posicionamiento salvo que tengan amigos en prensa o en las editoriales más «selectas» de la época.
Cualquiera que entre en la literatura peruana ya sea como investigador, como escritor o como lector se da cuenta al segundo siguiente de atravesar su pórtico ficticio que no existe una crítica seria, que casi no hay ideas en el medio y que prolifera el amiguismo. El problema es que ni siquiera la minoría consciente reacciona y formula una crítica fundamentada e imparcial. Entre la falta de preparación intelectual y el hecho de que muy poca gente vive, directamente, de la literatura, el ejercicio de la misma y de la crítica se torna una especie de sacrificio bicéfalo.
El poeta, según Heidegger, es «dichter», algo así como el creador de la palabra. En esa perspectiva, no cualquier fulano entusiasta puede decirse poeta. En el Perú, desde luego, hubo muy pocos de estos. A lo sumo, los grandes estilistas de nuestra tradición obtuvieron algunas líneas de belleza pero nada más. Si eso le complace a algunos bien por ellos. Si los otros, la mayoría, no es consciente de esto deberían dedicarse a trabajar en una perrera y no a fingirse escritores, mucho menos, poetas.
En este sentido, recuerdo a Cisneros queriendo compararse con Vallejo o a Calvo creyéndose el gran poeta de su generación y siendo catalogado así por los grandes chupamedias de toda la vida en tanto que poetas como Juan Ojeda fueron y aún son brillantemente ignorados por medio mundo, etc. Obviamente, lo que urge es un ajuste de cuentas con la falsa historia de la poesía y de la literatura peruana y procurar espacios donde se discutan estos temas a fondo. Pero ¿ quiénes lo realizarán ? Desde luego, estos espacios de discusión y confrontación deberán ser fomentados y realizados por gente honesta que haya sabido eludir los vicios típicos que ya han sido señalados.
La triste polémica entre andinos y criollos da buena cuenta de la irrealidad en la que viven los integrantes de las argollas peruanas. Todos los criollos juntos en presencia de Miguel Gutiérrez no sirven ni para cargarle los libros y, sin embargo, en su momento, se creyeron sus pares y hasta sus superiores. Recuerdo eso y solo empiezo a carcajearme por tanta irrealidad gratuita.
En este sentido, recuerdo algunas interacciones con gente de Piura en la que se señaló que Cromwell Jara había prevalecido sobre Gutiérrez por el hecho de haber escrito antes que él sobre los bandidos piuranos y por no tener ninguna influencia suya como si la importancia del autor de La Violencia del Tiempo radicará no en su ambición totalizadora y su destreza formal sino en su innovación temática y estilística o en sus émulos o en los que le son indiferentes.
En fin, existen demasiados poetas y muy poca poesía, demasiados escritores y muy poca literatura de calidad.
Además, existen mil problemas más urgentes en el Perú actual que su fofa literatura actual. La democracia, por ejemplo, está en estado de coma y debería gestarse un golpe de Estado o la Revolución y, sin embargo … el fujimorismo demuestra porque en el curso de los últimos diez años ha puesto en jaque permanente a nuestra exigua democracia. Al menos, ante el curso de todo lo sucedido en los últimos días, la mayoría forzosamente ha tenido que abrir los ojos.
P.S.
La Argolla Literaria y sus Niveles es el título del más reciente artículo de Francisco León y fue publicado en este mismo medio hace horas.