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La libertad combustible, por Fernando Bogado

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El ideal liberal clásico es muy fácil de enunciar: hay una mano invisible que, si no regula todo, sí determina el precio de los productos a través de una relación entre oferta y demanda que tiende al equilibrio. Esta idea, que parece una apuesta al azar absoluto y a una suerte de confianza ciega en la suerte, se opone a una idea un tanto más racional, que es intervenir esa libre relación para evitar que los menos poderosos, adinerados, se vean perjudicados por esta apuesta por la entropía. Y el que regula es el Estado. Pone un pie en esa libre relación, digamos, para evitar que impere la ley natural de la suerte y el esperable avance del fuerte sobre el débil. ¿O no recuerdan esa máxima de Thomas Hobbes, eso de que el hombre es lobo del hombre?

La cuestión es que el panorama latinoamericano está cada vez más inclinado a esta desrregulación impuesta por las políticas económicas neoliberales, hasta el punto de que, en Argentina, a partir de este domingo, el valor del combustible estará determinado directamente por el precio internacional, lo cual implica que el Estado no intervendrá para lograr un valor, al menos, coherente para la gran masa de consumidores de combustible. Se estima que el valor del litro de nafta llegará a los 21 pesos, un equivalente a 1.2 dólares, superado el promedio mundial de 1.09 dólares. Y estamos hablando de sólo el primer embate en el mercado de este nuevo ajuste, lo cual implicaría un aumento progresivo si es que, como se sospecha, los grupos petroleros nacionales piensan absorber las fluctuaciones del mercado aumentando el precio de combustible en el consumo interno. ¿Qué habíamos dicho antes acerca del complejo lugar que ocupan los pequeños en un mercado liberado?

El gobierno de Mauricio Macri, que adelantó esta liberación de los mercados un año (el cambio estaba planificado para 2018), sabe que se juega una ficha muy importante de cara a las venideras elecciones legislativas. A eso hay que sumarle los serios temas en materia de derechos humanos que ocupa al gobierno, temas que hemos tratado, como la desaparición de Santiago Maldonado, o pericias inéditas por parte de Gendarmería (fuerza implicada en esta desaparición) acerca del presunto asesinato del fiscal Alberto Nisman. Macri y compañía ponen en juego una lógica de debilitamiento del reclamo en el primer caso e insistencia en la hipótesis del asesinato en el segundo, hipótesis que complicaría a la gestión anterior: a esta altura, eterno chivo expiatorio del macrismo.

Con este aumento de precios en el litro de combustible, pocas excusas le quedan al macrismo para dejar en evidencia su más pérfida cara. La desrregulación del mercado en todos los niveles deja expuesta a la masa popular, y le resta puntos a favor en una gestión ya complicada con su trato de la agenda de derechos humanos. ¿Qué nos espera, la semana que viene, cuando la campaña electoral ponga el acento sobre estos terribles desaciertos del gobierno?

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