Pedro Castillo —el candidato tacabambino de izquierda regional— llega a Palacio de Gobierno luchando contra todo y contra todos. El establishment limeño lo ninguneó y aún ahora se resiste a proclamarlo como nuevo jefe de Estado. Es el primer presidente de izquierda en los 200 años de República. Su triunfo es celebrado por los ciudadanos ignorados por el Estado, por los campesinos enfeudados a las grandes corporaciones, por quienes exigen un cambio político y por todos los peruanos que creen en un proyecto que defiende democracia y libertad sin pendejada ni corrupción.
En la capital peruana nadie lo vio, la prensa concentrada lo ignoró olímpicamente, sus adversarios ni lo tomaron en cuenta y, para el grueso de limeños, nunca fue una opción. Hoy, el profesor chotano, Pedro Castillo es el nuevo presidente. Su candidatura fue impulsada por las provincias, los centros poblados y las comunidades indígenas, consuetudinariamente postergadas en los dos siglos de política republicana.
Al 100 % de actas se puede decir que Pedro Castillo es presidente electo con el 50. 196% frente a su contendora Keiko Fujimori, que tiene el 49. 804%. Se convierte, además, en el primer presidente de izquierda en el Perú, en su bicentenario.
Es cierto que en la historia republicana se han aplicado algunas políticas con influencias de izquierda, pero nunca hubo un presidente con esta tendencia política en nuestro país. Ni Velasco, ni Alan, ni Ollanta, fueron presidentes de izquierda. Tampoco Vizcarra ni Sagasti.
Se ha sostenido —erróneamente— que ya hubo presidentes de izquierda en Perú, pero es falso. Velasco nunca fue un presidente de izquierda; solamente aplicó el programa diseñado por el CAEM, que buscaba aliviar en algo las tensiones sociales existentes, debido al abuso de los hacendados y oligarcas. Durante su régimen hubo censura de muchos adherentes a la izquierda y el mismo régimen impidió la articulación de un movimiento izquierdista en Perú.
Alan García tampoco fue un presidente de izquierda, sus propuestas interventoras provenían de idearios apristas que fueron aplicados de mala manera; el aprismo no es izquierda. Ollanta tampoco fue un presidente de izquierda, pues mudó su discurso de la gran transformación hacia una hoja de ruta que no profundizó en cambios sociales.
Vizcarra y Sagasti tampoco son de izquierda, si bien es cierto en sus gobiernos se aplicaron políticas sociales de orientación “caviar”, esto no los hace de izquierda. Lo “caviar” busca mantener intacto el modelo económico y se enfoca en políticas culturales y sociales progresistas, pero esta postura no ha obtenido el apoyo de la ciudadanía en las elecciones.
Castillo es el primer presidente de izquierda y se espera que realice los cambios políticos que los ciudadanos vienen exigiendo.