Opinión

La izquierda libertaria

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Por Márlet Ríos

Reivindica la autogestión económica y la autoorganización de los trabajadores. Tiene muy en alto el lema de la I Internacional: “La emancipación de los trabajadores será obra de ellos mismos”. Combate valientemente las tendencias autoritarias en el seno de la sociedad civil organizada. Tiene como referentes teóricos (y éticos) a Bakunin, González Prada, Gramsci, Castoriadis, etc.

Denuncia las tropelías de la oligarquía financiera y de los grupos de poder mercantilistas que han convertido a nuestro país en una república bananera, en contubernio con los lobbies en el Congreso.

La izquierda libertaria valora la democracia directa y la autoorganización en el corazón de las organizaciones sociales de base (no contaminadas por la politiquería y el clientelismo político). Por lo tanto, aquilata la experiencia de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador (Cuaves).

La izquierda libertaria es profundamente patriota, pero rechaza el chauvinismo y el patrioterismo barato que impera entre nosotros (el que se exacerba cuando juega la selección de fútbol y cae en la xenofobia).

La izquierda libertaria es internacionalista y celebra las victorias de los trabajadores en todas partes del mundo (incluso en la China “socialista”, donde está prohibido formar un sindicato sin autorización del Partido Comunista). Sabe que las conquistas de estos se han hecho con base en la solidaridad de clase y el internacionalismo. Entre nosotros, el logro de la jornada de ocho horas en todo el país costó cientos de trabajadores asesinados, encarcelados y exiliados por el Estado policial. Antonio Gustinelli, José Spagnoli, Inocencio P. Lombardozzi, etc. fueron los libertarios extranjeros que llegaron al Perú, a comienzos del siglo XX, para impulsar la organización y la acción directa.

La izquierda libertaria es antimilitarista porque es consciente de que las guerras son viles excusas para expandir los mercados y obtener ingentes materias primas, a expensas de los trabajadores usados como carne de cañón por las potencias imperialistas y sus aliados. Para González Prada: “Cuando el hombre segregue su ferocidad atávica, la guerra será recordada como una barbarie prehistórica, y los famosos guerreros (tanadmirados hoy) figurarán en la siniestra galería de las almas rojas, al lado de asesinos, verdugos y matarifes”. Por su parte, Murray Rothbard señala en El manifiesto libertario: “(…) dado que las guerras entre Estados implican inevitablemente el crimen masivo y el aumento en la coerción impositiva, el libertario se opone a la guerra”.

En un país de profunda tradición autoritaria, la izquierda libertaria navega contra la corriente. De este modo, la lucha de organizaciones como la Coordinadora de Familias por una Banca Solidaria es encomiable, pues su objetivo central es democratizar el crédito y denunciar el abuso de posición de dominio del grupo Interbank y otros.

Se trata de apostar, en suma, por la creación de una sociedad autónoma, es decir, una contrasociedad. Jaime Llosa lo señala, sin ambages, en Un socialismo difícil (2022): “la reunificación de los trabajadores con los medios de producción, así como con el fruto de su trabajo; esto es, proponemos construir, procesalmente, la AUTOGESTIÓN, el autogobierno, la democracia directa, ejercida en comunidades libres de hombres libres”.

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