Mientras la derecha local libertaria celebra la revolución conservadora de Trump, cierra los ojos a la amenaza que se les cierne. La política comercial exterior de EEUU es lo más izquierdista que ha pasado en la potencia del norte, los aranceles son la antítesis del liberalismo, y su política de acercamiento a Rusia mientras se aleja enfrentándose a Europa y a los países del TLCAN, evidencia que la hegemonía pro TLC de libre mercado ha concluido. Sudamérica sin timón y en el delirio geopolítico es una cuestión existencial
Sudamérica y Latinoamérica como dos realidades diferentes
Mientras el resto de Hispanoamérica, es decir México y Centroamérica, tienen por primer socio comercial a EEUU, Sudamérica a excepción de Colombia tiene por primer socio a China. En resumen, Sudamérica como subcontinente es una zona en disputa entre las influencias imperiales.
La situación para Sudamérica es ser o no ser motín entre China y EEUU. Si no somos capaces de cooperar en conjunto acabaremos peor de dónde estamos, nos tomarán como juguetes.
Sudamérica existe y a diferencia de África, por ejemplo, cuyos mapas se hicieron en una oficina de Europa, nosotros tuvimos un proceso con una menor intervención de otras potencias con la demarcación fronteriza heredera en parte de las líneas establecidas durante nuestro imperio. El problema es que nuestra independencia la hicieron y se la ganaron solo los criollos y un relato común no se ha podido construir. Resultado, no sabemos quienes somos y vamos a camino de ser el maíz para las gallinas.
Por un lado, existe una tensión entre el interés dirigido a China en lo comercial y a EEUU por la tradición política. Por ende, tenemos una izquierda descoordinada y débil y por otro lado una derecha que imita el slogan de Trump sin asumir que no están incluidos en su proyecto. Porque, así como las clases trabajadoras no son solidarias en lo internacional, tampoco los nacionalismos son internacionales en ningún marco de solidaridad.
Hace falta entonces un sobresalto a la identidad que ofrezca un relato común, un relato vivo, algo que podamos creer y que nos haga relevantes en el mundo. No hay manera de mejorar como países sino sabemos quienes somos antes, si no creemos en nosotros y si no tenemos un destino al que ir. Sudamérica es como un niño al que se le pregunta qué quiere ser cuando sea grande y no es capaz de responder.
Alguien tiene que creer por nosotros, y ese es nosotros mismos. Porque así en inercia como estamos no podemos llegar a ningún lado.
África la nueva Chamozuela
Si ya con la migración venezolana Sudamérica sufre imaginémonos la africana.
Algo que ya empieza estar en el radar geopolítico con preocupación Pero que es inexistente entre los políticos sudamericanos es el aumento demográfico del África. En el año 1900 Europa tenía el doble de población de África, hoy es África el que tiene el doble de población y su alta natalidad sigue en aumento. Este continente pobre y superpoblado para 2040 estima rebalse su destino común de ir solo a Europa. Es una cuestión de geografía, Sudamérica está a medio mar de distancia de nosotros. Para sus estándares somos una opción de migración en estas olas que se están formando. ¿A donde van emigrar los africanos? En 20 años ellos van a venir a Sudamérica. Curiosamente, si Sudamérica reacciona y resuelve su cuestión existencial será a la inversa, si y solo si está dispuesta a tomar una vocación imperializante, porque por geografía África también es una natural zona de expansión para Sudamérica.
Brasil y el recuerdo de Chávez
Su naturaleza le brinda una posición especial global, sin embargo, su geopolítica ha sido y es y será miope. Brasil solo piensa en sí mismo y no piensa en nosotros, esperar una salida por ahí puede ser conveniente a países más chicos como Uruguay o Paraguay, pero no para Chile o Colombia o Argentina. Por otra parte, y siguiendo lo dicho por un politólogo uruguayo con poco o nada de aprecio por el experimento chavista, hay que coincidir que la única vez que sentimos tener la sensación que organizamos algo en la política exterior por cuenta propia fue con el coronel Hugo Chávez. Aunque nos pese, fue la última vez. Mientras tanto EEUU ya tiene a su Chávez bocón y bravucón, veremos que depara el destino si hacemos algo al respecto. ¿Y usted ya sabe quién es y cuál es la meta en el horizonte de su destino?