Por: Tino Santander Joo
Los fiscales convocan a una movilización para defender a la politizada Junta Nacional de Justicia y el “sistema democrático”. Esta tragicómica convocatoria expresa una burda lucha política por el control de la fiscalía y el Poder Judicial de grupos mafiosos que buscan la impunidad de sus delitos. No existe ningún ideal democrático, menos la defensa de los intereses nacionales.
La insurgencia democrática es un camino de sacrificio y de responsabilidad ciudadana que los podridos de izquierda y de derecha no tienen. Solo les interesa sus granjerías, su dinero mal habido, y el estatus de nuevo rico con poder. No tienen el coraje para solucionar los graves problemas nacionales.
La insurrección democrática es en primer lugar: tomar conciencia de que el Perú, necesita un cambio radical, no para quemar y destruir lo avanzado, sino, para construir el Estado social de derecho que proteja la libertad y garantice la seguridad de todos los peruanos. Ese es el primer paso para dejar de ser un «país adolescente» [1].
Los podridos de derecha o fanáticos neoliberales confunden la revolución social con el colectivismo chavista, estatismo corrupto o autoritarismo político. La revolución social tiene como objetivo la libre competencia que no es la republica oligopólica que tenemos; por ejemplo, el sistema de pensiones está en manos de los bancos dueños de las AFPs que pagan míseras pensiones con una serie de artilugios económicos y legales.
Democratizar el crédito para que los cuatro bancos que controlan la economía nacional tengan competencia y podamos tener diversas opciones para acceder a créditos hipotecarios, de consumo, y de emprendimiento a bajas tasas de interés como sucede en todo el mundo. No necesitamos estatizar la banca, sino, modificar la ley para promover la mayor competencia sin barreras burocráticas.
El desabastecimiento en las farmacias de los hospitales públicos es culpa del Estado corrupto que tenemos y que sospechosamente beneficia a las farmacias del Interbank; miles de pacientes acuden angustiados a comprar medicinas a precios carísimos. El Estado ha sido capturado por grupos mafiosos que sirven intereses particulares. Eso tiene que acabarse.
Tenemos el gas más caro de América Latina; Corpac, Sedapal, y Petroperú son empresas estatales convertidas en botín de los politicastros que gobiernan; miles de obras de infraestructura están paralizadas; no tenemos política agraria, ni turística; el Estado no protege la inversión minera y abandona a los pueblos y comunidades donde esta interviene. Necesitamos renegociar el contrato de Camisea para tener gas barato; es urgente promover un pacto político por la minería, la agricultura y la infraestructura social y productiva; es imprescindible transformar la PNP y las FFAA; no existe Estado de derecho sin autonomía del Poder Judicial, por eso, deben auto reformarse con la intervención de la comunidad jurídica peruana.
Los podridos de izquierda y de derecha no van a hacer esta revolución social que el Perú necesita. Ha llegado la hora de que los peruanos de bien que trabajan y estudian en silencio nos movilicemos y cambiemos el país. Los tambores de la revolución empiezan a sonar. No hay marcha atrás. La revolución social empieza ¡Ahora!
[1] Luis Alberto Sánchez, escribió un extraordinario ensayo en 1958 El Perú retrato de un país adolescente, que les sugiero a nuestros lectores por su dramática actualidad.