Escribe: Edwin Cavello Limas
Ya no es una novedad decir que el sillón municipal le quedó grande al alcalde Jorge Muñoz. Su incapacidad de gestión no se lo imaginó ni el gringo Karl, quien fue el que lo ayudó a llegar a los sectores más populares de Lima en época electoral. Hoy el gringo Karl encontró el amor y anda de viaje celebrando. Mientras tanto en la capital del Perú, sobrevivimos entre el caos, la inseguridad, los abusivos peajes y las promesas incumplidas de un soberbio colorado.
Muñoz, con el poco carisma que tiene, supo trepar en la política. Su primera campaña para ser alcalde de Miraflores fue muy austera, pero se las ingenió. Llamó a sus amigos y contactos, pidió favores y engatusó de manera muy educada a políticos y periodistas. Fue así que en septiembre del 2010 recibí una llamada de Jorge Muñoz solicitando una entrevista para visibilizar su candidatura y conocer sus propuestas en cultura.
Así llegué hasta su casa una tarde del 2010. Me recibió con una sonrisa, me hizo pasar a su sala, me presentó a su familia y hasta me ofreció una taza de café y galletitas. En la entrevista que todavía se puede ver en Youtube, Muñoz menciona que su propuesta cultural esta enlazada a lo que es un plan de seguridad ciudadana, ya que la educación y cultura se aplica como un trabajo preventivo. También criticó y tildó de irracional al exalcalde de Miraflores Manuel Masías.
Hace diez años sus promesas eran buenas y parecía tener la intención de trabajar en servicio a la comunidad. El primero de enero de 2011, Muñoz se convirtió en el flamante alcalde de Miraflores, cuatro años después nuevamente ganó la alcaldía miraflorina. Pero en ese camino político Jorge Muñoz se transformó.
Una década después Muñoz se encuentra irreconocible, cambió la amabilidad por la soberbia, canjeó el servicio a la comunidad por el servicio a las empresas privadas. Desechó su plan cultural por su plan personal. José Mujica dijo una vez: «El poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes verdaderamente son», y no se equivocó, ya que Muñoz con esta gestión solo nos muestra su verdadero rostro.
Esta semana una estudiante decidió actuar y protestó con un chorro de agua ante el silencio del alcalde de Lima. Su reclamó era por el elevado costo del pasaje escolar en el Metropolitano. Algunos hipócritamente reclamaron que no era la forma, pero esas mismas personas que reclamaron, fueron las que celebraron el cono al excongresista Tubino y la cacheta al excongresista Lombardi. Entienda alcalde Muñoz que ahora un chorro de agua funciona mejor que una encuesta pagada. El chorro de agua ha sido el termómetro social para medir el descontento de la gente por su gestión. No se olvide que el pueblo lo eligió, y el mismo pueblo lo puede revocar.
Hace diez años me dijo que Goethe pidió más luz antes de morir. Yo le sugiero que, como Goethe, se ponga a pedir más luz, antes de que termine su gestión.