Literatura

La guerra poética en la nueva producción de Julia Wong

Lee la columna de Julio Barco.

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(reflexión sobre La tercera guerra lunar (Ed.Liliputiense) por Julio Barco

En La tercera guerra lunar (Ed. Liliputiense, 2022) de Julia Wong asistimos a un libro de reflexión sobre la propia producción literaria de la autora. La división: Cuerpo, Guerra, Karma y Luna nos invita a reflexionar sobre partes de su propia escritura como vivencia del ser. En Cuerpo, los temas giran sobre la relación de los objetos y la autora, en Lo imperturbable se narra la experiencia de escritura de su primer poemario, Historia de una gorda (o cantos a mi incapacidad de entender los cambios políticos en Europa), con recuerdos en Alemania y la lectura de Marie Luise Kaschnitz (1901) y su cuento La niña gorda. Deteniéndonos en este capítulo, podemos ver que Wong aprendió a usar la intertextualidad como programa creativo siguiendo, de modo personal, la ruta de la alemana, para expresar su condición sui generis en la tierra europea. También es clave ver que el uso de un nuevo idioma, fue un reto para crear una nueva forma de expresión. Así, cada bloque nos dará una idea del mundo personal de Wong. Incluso, los versos que intercalan cada texto, son ventanas hacia una íntima descubierta:


El hombre sin sabor a rayos ultravioletas en mi sótano no

es un cartero. No espero mensajes secretos, quisiera

curarlo.

Siempre he operado en sueños los cuerpos. Las pieles

cubiertas de protuberancias, los cuerpos sin raíz.

Poema Cuerpo Albino


Cada entrega de Wong, en sus poemarios que van desde temas como Pessoa, los viajes, los territorios y la lengua, vemos un nuevo escenario donde convergen estos mecanismos. Ya sabemos que en el itinerario personal de Wong, el idioma es abierto; estos poemas combinan un poco el aire de todo este mecanismo:


El tigre, sin embargo, sigue volviendo.

Respira o cheiro da laranja

Voa para as profundezas da minha natureza grande.

Me falta el aire

No puedo, le digo.

Esta humilde paz con olor a naranja es resistencia

a su zarpazo privilegiado.

Poema Huesos de Tigre


El tema del tigre ya lo vimos en otros poemarios, como este mismo sistema de silabear español-portugués que le da giros singulares a su poética versolibrista. En el siguiente apartado, Guerra, se marca más la relación de la narradora con los otros: ya no es el objeto, sino la otredad. El poema «El oráculo incierto» expresa la relación con el padre que es también la relación con China:

Recién sus diecisiete cartas hacen eco en mi escarcha.

Me pensó en ellas por siete años de ausencia

Y desdecía su miedo.

Nosotros nos vamos a salvar de China, no a China.

Ese día los perros China ladraron su victoria…

Aquí también vemos otro uso de dos idiomas, en este caso el alemán y español:

Wir sind Kinder der gefallenen Mauer

Weder gut noch boese.

Nacer en los sesenta es un abstracto de magia tardía.

No importa si naciste en California, Chepén, Siberia o Stuttgart.

Er sagte ich habe nix damit zu tun.

Él dice que no me asuste cuando lo vea convertido en vagabundo.

Poema Jeden tag erfinde ich tausend worte

(Poema escrito en pésimo alemán)


     Este trabajo entonces presenta diferentes características, que se repiten con el fin de lograr nuevas texturas. El tema de la guerra se presenta en otros poemas de la sección Guerra:


Este es el mundo que nos han dado.

No es Putin ni Zelensky

Nadie es bueno ni malo.

Nosotros los locos que dormimos entre suaves sábanas blancas

También somos parte de este armamentismo silencioso.

Con nuestros impuestos y nuestra moral de Netflix

Con nuestras bellas sábanas de Ikea

Y los créditos de Visa y Mastercard

Pagamos cada día una bala

Y una investigación en ingeniería atómica y nuclear.

¿Cómo guardan nueve países arsenales para destruirnos?

¿De dónde salió ese dinero?

(Poema Um sonho de paz)


     Vemos una clara crítica a la contemporaneidad, a los espacios que permiten el desarrollo económico de la guerra. Así también a diferentes actores (Putin, Zelensky) que automáticamente hacen de la poesía de Wong un diálogo-espejo de la actualidad. En momentos de prosa, en la sección Karma, vemos un despliegue poético:


Era el fin del verano, el pasto tibio atestiguaba que había ardido. Teníamos sed de movimiento y lejanía.

Unos perros pequeños deambulaban por el compartimento.


     Pero la guerra, como bien se titula, también es lunar, es decir: una guerra íntima y poética, donde el registro de los recuerdos, las historias y experiencias son parte del propio belicismo de la existencia. Este apartado también sirve para, en uno de los más logrados textos «Genealogía de un suicidio» se observe el descubrimiento del interior de a autora, rico en matices y en una clara conciencia del propio quehacer creativo:


Nada antes ni después se podría comparar a esa intensidad de Ser a través de un recorrido silencioso en mi interior. Era posible con ese paisaje envolviéndome, con ese idioma, con esos autores, con la mirada de esos libros, desde sus ojos escritos que me rodearon como una luz invisible.

     Este mismo texto también tiene una clara intertextualidad con la obra Werther (o «Las cuitas del joven Werther» o » Las penas del joven Werther«) que permiten acercarnos más al origen del proceso creativo de Wong:

Entonces leí Die Leiden des jungen Werthers, de Goethe, en una edición amarilla muy pequeña de Reclam. Así supe que yo quería escribir y morir. Esa era una ecuación de vectores trigonométricos en la física. Pero si moría antes de escribir el gran monumento a este conjunto de descubrimientos espirituales que urgían por ser nombrados, esa exploración de profundas confusiones y nuevas formas de Ser quedaría atorada en mí como un regalo de la propia energía de la naturaleza que me empujaba a uno de sus caprichos.

     Ese no encontrarse, ese no sentirse parte de nada, acercan a su vida el lenguaje como habitación, la literatura como espacio interior y vital. Aquí, en este pasaje, vemos que la obra de Wong, en sus personajes y bitácoras, nos expresa la condición de sentirse siempre al margen, apartado de los centros culturales o sociales; en Chepén, desea estar en Alemania; en Alemania, conocer Portugal; sin olvidar Brasil o China; lo que da un eterno no-encontrarse. En este último cuento goethiano vemos incluso retazos de sus etapas más intensas:


Me pregunto si ella sabe que los dos estuvimos internados allí. Que nos conocimos después de que intentamos suicidarnos. Él se cortó las venas, yo tomé cuarenta tabletas de hidroxicloroquina.


     Finalmente, en Luna, el tema se diversifica por experiencias en la India y otros espacios geográficos, donde se dan encuentros y desencuentros, culturales y sentimentales, que permiten, en poemas como Automatismo lusópata, escenarios donde la propia divergencia idiomática da una experiencia muy personal, incluso en escenarios tan cotidianos como los pinta en el siguiente poema:

Y corto los ajos limpios como si fueran dientes de tártago

Los acomodos en tazoncitos primorosos hechos en la China.

Los gallos de cerámica portuguesa cantan automáticos la respuesta.

Sería más caro comprar tazoncitos elegantes «feítos en Portugal».

Observo las ventanas empañadas de un vaho antiguo.

Oigo el viento peninsular diciéndome que estoy a salvo.

Pero pienso en ti.

Con todo esto La tercera guerra lunar tiene un estilo ágil y oscilante de prosa y poesía; es también un gran tratado de observación sobre la creatividad, su origen, el deseo de pertenecer o no pertenecer, las realidades geográficas, las culturas como puentes, los idiomas como modos de volver a ser o entender la realidad y la internalidad: es un tratado de viajes, de cuerpos, de libros. Un abecedario íntimo en la ya prolífica obra de Julia Wong, que migra, viaja, muta y sintetiza una voz particular, que, desde su orilla, dialoga con nuestros temores actuales. Así como también, en el itinerario de las voces peruanas, descolla con luz y universo propio. Este es un libro donde Wong lo cuenta todo; sin prefijar un personaje alterno o un alter ego, parecemos oír la voz más personal y reflexiva, en una suerte de viaje interior. Lo que agrega Wong al registro del cuerpo y de lo erótico que domina la poética nacional, es el registro de los viajes, tanto físicos como mentales: el viaje como poética, el viaje del cuerpo y de los objetos (en este libro vamos a encontrar maletas, pijamas en forma de conejo, tazoncitos elegantes…), de la mente y de los idiomas. Todas estas polaridades se resuelven en una obra híbrida y sui generis, multitemática y fresca. Ese cosmopolitismo y actualidad son facturas personales de su poética, y aportan sus propias flores al jardín simbólico de nuestro presente.

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