El afamado vals «La Flor de la Canela» ha cumplido 74 años, y se ha convertido en todo un emblema nacional, desde que Chabuca Granda la registró el 7 de enero de 1950, pero en 1953 fue grabada por primera vez por Los Morochucos, en homenaje al cumpleaños del criollo José Moreno. «Déjame que te cuente limeño, ¡Ay!, deja que te diga Moreno mi sentimiento, a ver si así despiertas del sueño, del sueño que entretiene, Moreno, tu pensamiento»
En los años cincuenta los valses eran muy severos y estaban provistos en su mayoría de letras machistas que generalmente despotricaban contra las mujeres y de pronto, Los Morochucos, Los Trovadores Criollos y posteriormente Los Chamas en 1956 interpretaron “La Flor de la Canela” que revolucionó el concepto del vals, por su letra poética que ensalzaba a la mujer, porque evocaba la sabrosura y belleza de una insigne dama trabajadora que residía bajo el puente, en el Rímac, doña Victoria Ángulo de Loyola, que curiosamente durante sus jironazos comía helados en la emblemática Botica Francesa del jirón de la Unión, mientras Chabuca trabajaba allí como consultora de la línea de belleza Helena Rubinstein, y luego de concluir las ultimas estrofas de aquel vals, la cantautora se la cantó a doña Victoria el día de su cumpleaños, el 21 de julio de 1950.
El famoso verso «Del puente a la Alameda menudo pie la lleva…» hace referencia a dos hitos del antiguo arrabal de San Lázaro: la Alameda del Tajamar, o de Las Cabezas y el desaparecido Puente de Palo.
Como bien nos cuenta Juanita Loyola, hija de doña Victoria: ella y su madre cruzaban desde la Alameda, el Puente de Palo sobre el río hablador, hasta llegar a Lima para visitar a Chabuca para saludarla y de paso para disfrutar de los helados y para que a escondidas en el baño de la botica les cante los avances de la composición.
Chabuca era una mujer contestataria, pero no feminista como muchos creen y su admiración por la raza negra era eminentemente sagrada, porque consideraba que a pesar de los horrores que antiguamente habían padecido, ellos devolvieron al mundo y transformaron ese horror en todo lo contrario: la música, la danza y la alegría.