La ferretería que la SUNEDU convirtió en universidad
La Universidad Privada Peruano Alemana (UPAL) logró su licenciamiento presentando el local de una ferretería, cero equipamiento y tres aulas en las que nunca se dictó ni una clase. Sin embargo, la SUNEDU le otorgó un veloz licenciamiento el año 2019.
Existe una universidad llamada Universidad Privada Peruano Alemana (UPAL). El dueño original de esta universidad fue Mario Gabriel Peláez Bardales, hermano del controvertido ex fiscal de la Nación José Peláez Bardales. En febrero de 2013, el Grupo El Comercio compró la licencia de funcionamiento que tenía Peláez. Lo hizo a través de Proyectos Educativos Integrales del Perú, la empresa que el Grupo El Comercio tiene para sus negocios en el sector educación. Finalmente, en junio del 2017, el Grupo El Comercio vendió la UPAL —es decir vendió un papel con la licencia— al fondo de inversión UCX Holding, el actual propietario en sociedad con la empresa SASIL.
Los nuevos dueños de la UPAL se presentaron el 24 de julio de 2017, ante la SUNEDU para solicitar el codiciado Licenciamiento Institucional, pero ese año fueron rechazados. Su suerte cambió cuando llegó Martín Benavides Abanto como jefe de la SUNEDU y el 5 de agosto de 2019 la UAPL se emitió una resolución que otorga la “Licencia Institucional a la Universidad Privada Peruano Alemana SAC (UPAL) para ofrecer el servicio educativo superior universitario”.
Lo increíble es que la SUNEDU cerró 48 universidades por no cumplir requisitos esenciales pero a la UPAL le dieron licenciamiento, precisamente, por incumplir esos mismos requisitos.
Un requisito esencial exigido por la SUNEDU era el de contar con Infraestructura adecuada y de calidad, motivo por el cual la SUNEDU cerró decenas de universidades una tras otra.
¿Qué ocurrió en el caso de la UPAL? presentó como “sede universitaria” el local de ¡una ferretería¡ ubicada en la calle Alejandro Iglesias 296, Chorrillos. ¿Era un local adecuado para convertirse en una universidad? Para nada. Se trata de una pequeña casa en la que funcionaba una ferretería chorrillana y en estas imágenes se puede ver el local ferretero antes de que la Sunedu lo convierta en supuesto “campus universitario”.
La universidad de tres salones
Cuando se revisa el expediente de la singular universidad UPAL, se encuentra un increíble informe que señala “El local cuenta con tres aulas en total: Aula 1, Aula 2 y Aula 3. Asimismo, cuenta con dos laboratorios que se pueden convertir en aulas por el tipo de equipamiento (lap tops)”.
Es decir, la UPAL es una “universidad” que fue licenciada a pesar de tener menos aulas que una casa de familia. Durante la tramitación, la propia SUNEDU fue consciente de que tres aulas eran una infraestructura ridícula y, por eso, su informe intenta una justificación insólita: se puede ampliar en dos aulas más si se retiran las lap tops del laboratorio. Es decir, los alumnos tendrían que desalojar los laboratorios para poder recibir clases y después devolver los equipos a los laboratorios.
Asimismo, en el expediente se señala que las tres aulas pueden recibir 80 estudiantes en total. Muy extraño que la súper rigurosa SUNEDU haya licenciado una universidad para apenas 80 estudiantes y a la que, además, autorizó a convocar procesos de admisión anual para 200 vacantes.
La insólita infraestructura
Si vemos las imágenes siguientes cabe una pregunta ¿puede ese local albergar 200 alumnos que aprueben el examen de ingreso? La propia SUNEDU reconoció que “la cantidad máxima de aforo de sus tres aulas y dos laboratorios es de ciento veintiún personas” sin embargo, de manera insólita, en ese mismo informe, la SUNEDU realiza una conclusión increíble: “la Universidad garantiza contar con ambientes suficientes para brindar el servicio educativo”. Las imágenes hablan por sí solas y no muestran una universidad.
En el expediente de licenciamiento la SUNEDU afirma que “se verificó de manera presencial la existencia de dos laboratorios”. Sin embargo, en las imágenes siguientes no existe rastro alguno de laboratorios a pesar de que la Sunedu acreditó que existía el equipamiento necesario para aprobar el licenciamiento. Es grave, además, porque La UPAL ha sido licenciada para impartir la carrera de Ingeniería de Software.
La SUNEDU ha insistido en afirmar que muchas universidades se cerraron porque no cumplían con criterios de infraestructura. En nombre de esa rigurosidad las cerró sin dar ninguna alternativa a decenas de miles de estudiantes que vieron truncado su futuro profesional. Sin embargo, ese mismo rigor no se aplicó en el caso de la UPAL.
Esta es la reforma universitaria que muchos califican como la reforma ejemplar, sin intereses particulares, sin tráfico de influencias, sin beneficios a grupos económicos.
Un detalle final que dice mucho: si Martín Benavides hoy no es jefe de la SUNEDU ¿por qué sale en los medios de comunicación a defender una reforma que él ejecutó cometiendo graves irregularidades? ¿Será por temor a que se sigan descubriendo las decisiones arbitrarias que tomó para darle el mercado de la educación a sectores con poder económico?