Opinión

La espada de Bolívar

Lee la columna de Tino Santander Joo

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Por Tino Santander Joo

La semana pasada fui al Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, con mi sobrino Salvador del Río que acababa de llegar de Madrid. El animador cultural Vicente Quiñonez, explicaba la historia de la casa museo con erudición y pasión. Mi sobrino, lo escuchaba con atención y se imaginaba cómo sería la vida del Virrey Pezuela y La Serna; de los libertadores San Martín y Bolívar en esta casona solariega. El aposento de San Martin, la primera bandera; el cuadro del virrey La Serna y la espada de Bolívar donada por el gobierno venezolano impresionaron a Salvador.

Mientras observaba la espada del libertador, cavilaba sobre la revolución bolivariana convertida en una de las cleptocracias más abominables del continente. No es una revolución socialista, ni democrática, es una brutal dictadura que tiene el apoyo de los BRIC (Rusia, China, Brasil, Irán); el apoyo de Bolivia, Cuba y Nicaragua es contingente. La batalla por Venezuela es un asunto geopolítico los BRIC quieren controlar sus recursos naturales. No les interesa el hambre y la miseria de su pueblo. Los yanquis no tienen juego, están desacreditados y nadie los quiere en Latinoamérica. Es un asunto de los latinoamericanos, pero, nosotros solo existimos administrativamente, no tenemos ningún peso en el mundo. De pronto Salvador, me interrumpe y me dice vamos a ir a la sala colonial.

Veía a mi sobrino escuchar atento las explicaciones de Vicente Quiñonez y me preguntaba. ¿fueron los virreyes los mejores gobernantes que tuvo el Perú?   ¿El virrey Abascal de no haberse ido del Perú hubiera mantenido su integridad territorial? ¿fue la batalla de Ayacucho un pacto de masones realistas e independentistas? Vicente, nos explicó que muchas salas coloniales e Incas no podríamos visitarlas porque estaban restaurando los techos; por eso empezamos por los aposentos de los libertadores. Vimos la Higuera de Bolívar que va a cumplir 200 años y da frutos dulces y grandes que según Quiñones los trabajadores del museo disfrutan.

Llegamos a la Estela de Raimondi; Quiñones cuenta que la descubrió el campesino Timoteo Espinoza en 1840 alrededor del pueblo de chavín cuando el labraba la tierra para sembrar; la sacó con cuidado y la usaba de mesa en su humilde hogar hasta que llegó el sabio Antonio Raymondi e hizo el descubrimiento científico. La estela representa una figura antropomorfa de un felino. Es una historia maravillosa como el lanzón o las cabezas clavas de chavín. En el Perú, todo es mágico y misterioso me dijo Salvador admirado.

Finalmente fuimos al auditorio a ver las calezas y luego las cerámicas prehispánicas e incas. Nos detuvimos a ver la diferencia entre la cerámica Huari y Mochica; mientras los huari representan animales con motivos humanos los moches son globulares en las que pintan escenas de la vida. La cerámica inca es geométrica de colores amarillo negro, rojo destacan los queros y aribalo. La belleza del arte prehispánico y preinca es abrumadora para Salvador que me comentaba que estas piezas deberían exhibirse en el museo del Prado de Madrid.

¿Qué aprendiste? Me dijo Salvador. NO supe que responder. Vamos al Queirolo por un Sándwich y conversamos y mientras caminábamos las lágrimas se me caían pensando en Venezuela; Salvador Saltaba, es un niño feliz. No te engañes, América Latina, es una ficción. Los conflictos entre sus Estados; la furia nacionalista; las disputas fronterizas, políticas y comerciales; el racismo violento de sus pueblos que se dicen hijos de un mismo tronco. Olvídate por un momento y disfruta del relato que hace Salvador del Madrid -Barcelona.

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