Una de las practicas más antiguas del ser humano consiste en ejercer dominio y control absoluto sobre otros. La esclavitud surgió en la Edad Antigua y lo único que se requería era un dominante y un sometido para tomar posesión sobre él y convertirlo en una mera ‘propiedad’, y cuyos fines más habituales era la servidumbre forzosa. El esclavo era un “patrimonio mueble” obligado a trabajar de Sol a Sol, y también era utilizado para otros fines, como la recreación sexual y la cacería furtiva. Es una conducta típica de los tiranos y opresores.
Entre tanto, ¿Todavía existe la esclavitud? Precisamente, el 2 de diciembre de 1949, se aprobó en la Asamblea General de ONU el “Dia Internacional para la Abolición de la Esclavitud”. Esta fecha nos invita a reflexionar y a preguntarnos, ¿cómo es posible que, tras más de dos mil años, aún perdure esta práctica? que ostenta alarmantes índices en el mundo, en una escala de más de 50 millones de esclavos modernos y casi 30 millones en trabajos forzados, así como matrimonios forzosos. Esta cruda realidad pasa desapercibida, porque desde el punto de vista geopolítico también estamos hablando de una “economía”. Es decir, la esclavitud moderna forma parte de una de las más cotidianas economías ilegales.
En Perú, luego de la diáspora de extranjeros se instauraron más mafias de ‘trata’ que explotan sexualmente a mujeres adolescentes, muchas veces sin opción a la justicia. Asimismo, en plena coyuntura de iniciativas legislativas que buscan formalizar a mineros informales y artesanales, nadie se atreve a poner ‘sobre el tapete’ la explotación de niños que trabajan muchas horas bajo el yugo de mineros ilegales. ¿Las razones? Tiene que ver con grandes intereses económicos que obedecen a oscuras alianzas entre políticos y malos empresarios, con el fin de obtener una gran “puerta giratoria” que oficializa estas ilícitas economías en nuestro país.
A pesar de los datos históricos que nos hablan de múltiples aboliciones a lo largo de todo el planeta, aún subsiste la esclavitud moderna que alcanza niveles laborales, sociales, e incluso familiares. Mientras, algunas ONG de derechos humanos, apenas se han dado el menester de presentar trabajos metodológicos con datos estadísticos, y que en el mundo real únicamente han protegido a hordas de esclavizadores.
(Columna publicada en Diario UNO)