“Esa mujer, sabiendo que estaba frente a la ‘Abanderada de los humildes’ en una situación terminal, no dejaba de darle fe en que iba a seguir viviendo, en que el país la necesitaba, que los trabajadores la necesitaban”, aseguró el historiador Daniel Parcero.
De ese modo se refirió a María Eugenia Álvarez, la enfermera que pasó las últimas horas de vida de Eva Perón a su lado.
“Es la ampliación de un reportaje que tuve el honor, la satisfacción de poder hacer aproximadamente hace alrededor de seis meses, con María Eugenia Álvarez. Ella fue la enfermera de Eva Perón”, explicó el historiador.
María Eugenia Álvarez tiene hoy 92 años. “Me enteré que vivía, hecho que tampoco es muy conocido, me trasladé al domicilio de su familia y la pude entrevistar”.
Parcero aseguró que se trata de “una mujer maravillosa. A pesar de sus años, tiene una lucidez y una belleza impecables”.
El pedido de Perón
En referencia a la entrevista, Parcero indicó que “saber que uno estaba en presencia de la mujer que, como ella dice y ese es el título del libro, ‘Yo le cerré los ojos a Eva Perón’… a uno le parecía estar con Evita”.
Lo explicó de este modo: “La forma de expresarse, de contar cómo había sido que llegó a la Fundación [Eva Perón], cómo se hizo enfermera, cómo repentinamente recibió el pedido de Perón, siendo una enfermera muy joven, de apenas veinte años de edad, porque era brillante en su profesión, una mujer muy dedicada a su labor, muy leal en su trabajo, muy solidaria. Había estado en América latina en varios países ayudando a gente en situación de riesgo de vida, hasta recibir el pedido del propio presidente de la Nación, de Juan Domingo Perón: ‘Usted, María Eugenia, tiene que cuidar a mi esposa’”.
Evita se encontraba en su etapa terminal de la enfermedad, con el cáncer muy avanzado.
El hecho ocurrió “ya cuando Perón había pasado los límites de su paciencia, de la tolerancia y había abierto su expectativa con respecto a la vida de Evita, trayendo desde el exterior a un médico, que tampoco tenía ya solución; pero, bueno, hasta último momento esa esperanza” se mantuvo.
Como una película
Parcero puntualizó que la enfermera María Eugenia Álvarez “fue contando eso como si fuera una película. Realmente me sentí como que estaba viendo una película”.
Agregó, además, que “esa mujer, sabiendo que estaba frente a la ‘Abanderada de los humildes’ en una situación terminal, no dejaba de darle fe en que iba a seguir viviendo, en que el país la necesitaba, que los trabajadores la necesitaban”.
Con respecto a los momentos que logró reacatar de esa memoria, Parcero se refirió especialmente a uno. Se trató de “una picardía contada por ella como anécdota: se quedó con el pañuelo con el que le secaba las lágrimas a Evita antes de morir. Ella se apropió de ese pañuelo y con los años, ya hace un tiempo, lo donó al Museo Eva Perón. El pañuelo está ahí y tengo la foto en el libro”.
Por otro lado, Parcero definió a la enfermera como “una mujer que jamás bajó los brazos, que siguió y que en un momento de la entrevista me agarraba la mano y me decía: ‘Pero ¿me cree, no? ¿Me cree’. Y me mostraba fotos, como sintiéndose exponencial, pero con total humildad”.
Un HDP
Durante la extensa entrevista, la enfermera de Eva Perón rememoró varios aspectos de su vivencia de los años ’50. Parcero explicó a El Central que, “hablando del momento después del golpe de Estado [1955], cuando ella decide apartarse de sus nuevos jefes porque eran ‘gorilas’, decía: ‘Mire, se lo digo con respeto, pero con mucho respeto. Yo sé quién fue [Isaac] Rojas. Era un HDP’, y golpeaba la mesa donde estábamos compartiendo unos mates, en la casa, y se mostraba enojada”.
El historiador subrayó también que “ese reportaje, que duró más de tres horas, se transformó en este libro”. Destacó que se trata de “un libro de reconocimiento, de reivindicación a una enfermera, la que le cerró los ojos a Eva Perón”.
Este libro se presentará el 20 de diciembre en Entre Ríos, en Victoria, “en el cierre de las jornadas de las enfermeras que se reciben este año”.
El autor, Daniel Parcero, explicó entusiasmado que se trata de “un grupo de más de sesenta enfermeras que se reciben. Ese día estarán con sus familias. Y me han invitado para estar con este libro y, además, cómo fue el sistema asistencial en esa época, donde una mujer empezó a estudiar siendo menor, a los 15 años de edad, entra a un hospital, empieza a hacer prácticas de asistente y termina recibiéndose, haciendo los dos años que eran en esa época en Enfermería y, casi de manera inmediata, tener que atender a Eva Perón”.