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La Educación Básica Alternativa abandonada: triste celebración de 20 años de su creación

Lee la columna de Leonardo Serrano Zapata

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La educación en el Perú no está en crisis. Está muerta. Morgan Quero Gaime, el ministro de Educación que pasará a la historia como el arquitecto de la ignorancia nacional. Con sus frases: ¡Qué viva el autismo!, “Los derechos humanos son para las personas, no para las ratas”, “No necesitamos docentes de inglés en colegios” y la más controversial “Violaciones sexuales en comunidades amazónicas como práctica cultural” al referirse a los abusos sexuales en comunidades indígenas. Lamentablemente del otro lado encontró a una débil y deslegitimada líder Awajún que abandonó el cargo y dejó sin clases a sus estudiantes en el 2023 y que fue excluida por el Ministerio del Interior de la investigación por su rol de sub prefecta en el 2022 por no otorgarme garantías personales.

Mientras que el miserable OFICIO MÚLTIPLE N.º 00039-2025-MINEDU/VMGP-DIGEIBIRA piden a las regiones «celebrar de acuerdo a sus posibilidades» una celebración con pompa vacía los 20 años de la Educación Básica Alternativa (EBA), sin presupuesto. Sin plan. Sin vergüenza.

Según cifras del Ministerio de Educación (Minedu), mencionadas por CARE (2023), hoy dirigida por la Ex ministra de Educación Marilú Martens Cortés, sí la que no pudo manejar la huelga magisterial del año 2017 y que producto de ello nació el dirigente ex presidente Pedro Castillo Terrones. La taza de deserción escolar anual es del 6,3%.

De acuerdo al Censo Educativo 2023 de la Unidad de Estadística Educativa (ESCALE) del Ministerio de Educación, la matrícula total en Educación Básica asciende a 9,412,823 estudiantes, considerando la taza de deserción solo en el 2023, han abandonado sus estudios 593, 612 estudiantes aproximadamente. Lo que significaría es que habría una deserción estimada en los dos últimos años: de 1 millón de estudiantes quienes abandonaron las aulas. ¿Y cuál fue la respuesta oficial? Ninguna.

Cada estudiante que deserta es una tumba más en este camposanto llamado Perú. El abandono escolar no es una estadística. Es una sentencia.

Mientras usted lee estas líneas, tres estudiantes más acaban de abandonar el sistema educativo. Para cuando termine este artículo, serán decenas. Al finalizar el día, cientos. Y el Ministerio de Educación sigue jugando con sus PowerPoints y sus cifras maquilladas, como quien pinta las paredes de un mausoleo.

Lo he visto con mis propios ojos. He recorrido las comunidades Awajún, Wampis entre otras, donde los jóvenes prefieren migrar a las ciudades para malvivir en subempleos antes que desperdiciar su tiempo en escuelas fantasma, sin profesores, sin internet, sin futuro. He conversado con madres adolescentes que jamás volverán a pisar un aula porque el sistema no tiene espacio para ellas.

¿Dónde está la política de reinserción para los millones de peruanos que no han completado su educación básica? ¿Dónde están las campañas de comunicación para dar a conocer los servicios de la EBA? ¿Dónde diablos está el presupuesto? No existe.

Sepa que la Educación Básica Alternativa (EBA) brinda el servicio educativo a través de tres formas de atención: presencial, semipresencial y a distancia. En la modalidad presencial, el estudiante asiste al CEBA según un horario previamente acordado, dirigida a personas, peruanas o extranjeras, desde los 14 años. Las modalidades; semipresencial y a distancia están dirigidas a mayores de 18 años; en la primera, el estudiante combina la asistencia presencial con procesos autónomos de aprendizaje, y en la segunda, desarrolla su aprendizaje de manera autónoma utilizando medios tecnológicos, electrónicos y digitales. Esta última puede ser virtual, si se cuenta con acceso a internet, o itinerante, si se reside en zonas sin conectividad o de difícil acceso geográfico. La modalidad EBA atiende a través de tres ciclos: inicial, intermedio (equivalente al nivel primaria) y avanzado (al nivel secundaria), cuenta con un programa de alfabetización, incluso pueden culminar sus estudios personas privadas de su libertad.

Si usted o un familiar no ha concluido sus estudios de primaria o secundaria, acérquese al CEBA más cercano a su domicilio y descubra una nueva oportunidad de superación.

¿Sabe usted si existe un CEBA cerca de su casa, en su distrito o provincia? Probablemente no. Porque a este gobierno no le interesa que lo sepa. Porque un ciudadano educado es un ciudadano peligroso para quienes viven del atraso y la ignorancia. Este gobierno ha convertido la pandemia educativa en una epidemia crónica. Ya no es el COVID lo que mantiene a los estudiantes fuera de las aulas. Es la pobreza. Es el desinterés oficial. Es la incompetencia ministerial elevada a política de Estado.

La educación alternativa agoniza en la UCI mientras el ministro reparte migajas. Solo 1,112 CEBA públicos para atender a millones de jóvenes y adultos que necesitan completar su educación. Una broma macabra.

Y la mayoría ni siquiera tiene local propio. Son nómadas educativos que mendigan espacios en IE del nivel secundaria, como parientes pobres a los que se tolera por obligación.

Mientras Netflix produce películas como «Escuela Nocturna» que retratan con humor y humanidad la importancia de la educación de adultos, en Perú la EBA se marchita en el olvido burocrático. Hasta la ficción norteamericana entiende mejor que nuestros funcionarios la importancia de dar segundas oportunidades educativas.

La deserción escolar no es un accidente. Es el resultado directo de un sistema diseñado para fracasar, operado por burócratas cuyo único talento es justificar el desastre. Un sistema que permite que niñas y adolescentes embarazadas abandonen sus estudios sin mayor escándalo nacional. Un sistema en el que más de 500 estudiantes en Condorcanqui (Amazonas) sufrieron violencia sexual y violencia física en las escuelas que deberían protegerlos, esto durante los últimos 10 años y que ahora los ex ministros de educación se rasgan las vestiduras ocultando que son parte de ese abandono ¿Esta es la educación que queremos?

La educación peruana es hoy un féretro donde Boluarte y Quero arrojan, pala tras pala, los restos de lo que alguna vez fue un proyecto de nación. Cada cifra de deserción es una palada más de tierra sobre nuestras esperanzas colectivas. Y mientras tanto, los CEBA, no tienen ni motivos ni recursos para celebrar. En cambio, sí celebran los traficantes de la ignorancia, los mercaderes del subempleo, los políticos que prefieren ciudadanos desinformados y los empresarios que necesitan trabajadores desesperados, dispuestos a aceptar cualquier salario.

Las escuelas rurales languidecen en el abandono. Solo 184 servicios de EBA en zonas rurales, donde precisamente se concentra la mayor necesidad. Una estadística criminal.

La Educación Básica Alternativa no necesita aniversarios ni discursos. Necesita presupuesto. Necesita infraestructura propia. Necesita una campaña nacional de comunicación para que cada peruano que abandonó sus estudios sepa que existe una oportunidad para retomarlos. Si Boluarte y Quero no son capaces de entenderlo, deben dar un paso al costado. La educación peruana no puede permitirse ni un día más de este abandono institucionalizado. Porque mientras los sepultureros sigan a cargo del cementerio educativo, el Perú seguirá enterrando, uno a uno, los sueños de sus ciudadanos. Y eso, compatriotas, es algo que ninguna nación puede sobrevivir.

¡Viva la Educación Básica Alternativa!

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