No cabe duda que el espurio ejercicio de corruptelas y tráfico de influencias cometido desde hace unos años por el hermanísimo Nicanor Boluarte Zegarra, no llegará más lejos. Si bien este señor no ocupa un cargo público, es evidente que es el numero 2 en esta organización presidencial para no gobernar.
Él acaba de ser detenido preliminarmente junto a siete personas, entre ellas el abogado defensor y paisano de la mandataria, Mateo Castañeda, con el fin de que durante estos días no obstaculicen, ni oculten más evidencias que coadyuven a la investigación.
Sin embargo, esta escena que involucra a personajes oscuros, como el hermano de la presidenta y otros consejeros del entorno íntimo de la apurimeña, no es nueva y mucho menos una ‘pepa’ periodística. Es decir, se sabía desde hace mucho tiempo; incluso desde que Dina Boluarte realizaba su campaña electoral como candidata a vicepresidenta de la Republica. Y una vez elegida, y en su condición de ministra de Desarrollo e Inclusión Social, se rodeó de un sequito de asesores liderados por su hermano Nicanor para pretender limpiar sus “deudas con la justicia”, a través de cabildeos parlamentarios que dieron resultado, porque incluso el Congreso archivó su denuncia sobre su titularidad en el Club Departamental Apurímac y se libró de la inhabilitación.
Prácticamente, fueron limpiando el terreno fangoso para que asuma la jefatura de Estado, tras la barrabasada del 7 de diciembre de 2022 cometida por Pedro Castillo. No obstante, la muy traidora, desde un principio proclamaba: “Si se va el presidente Pedro Castillo, yo me voy con él”. Y nunca se fue.
Ahora podemos colegir claramente por qué ayer desactivaron al equipo policial de elite que apoyaba al Equipo Especial de Fiscales contra la Corrupción del Poder (Eficcop), y que precisamente investiga a la mandataria Dina Boluarte.
Dicha resolución la firmó el ministro del Interior Walter Ortiz, —el mismo que dice que enviará a los criminales de Perú a purgar pena a Estados Unidos—. El grupo policial desactivado lo lideraba el suspendido coronel Harvey Colchado y lograron captar importantes confesiones de colaboradores como Jaime Villanueva, que sindica a la exfiscal de la Nación Patricia Benavides, pero que, además, desentraña presuntos acuerdos con Dina Boluarte para subsistir en ambos aparatos estatales, a cambio de nombramientos claves.
Sin duda, la mandataria sabía de los avances de la Eficcop y del equipo policial que apoyaba la labor fiscal y ordenó desactivarlos justo antes que se dé el gran golpe que acaba de capturar a su hermano Nicanor. Pero no hay “mal que dure cien años”; la señora Boluarte que recibió relojes costosos de marca Rolex y que mintió siempre, ha tenido el descaro de proclamar su intención de luchar contra la corrupción, pero al mismo tiempo ordenó obstruir esa lucha anticorrupción, como una venganza contra el equipo policial, con el afán de limpiarse y de lograr el archivamiento de todas sus investigaciones y las de su hermano.
Este execrable acto cometido por la presidenta Boluarte, es causal suficiente para amonestarla con la sanción mayor, la vacancia e inhabilitación, por haber infringido la Constitución y tras el juicio político, saldar su deuda en el ámbito penal, aunque esté protegida por la inoportuna figura de la inmunidad presidencial.
A pesar de todo, nos preguntamos ¿Qué hará el Parlamento? ¿acaso continuará con su rol de socio-estratégico de la mandataria, sopretexto de atornillarse hasta el 2026? me refiero específicamente a las bancadas conservadoras; y no a las de izquierda, que han luchado para expectorar a la apurimeña desde que ingresó a Palacio.
Aún están a tiempo de reivindicarse. El Congreso ya tiene bajo el brazo su ‘ley de reelección’, y prácticamente Dina Boluarte ya no les serviría para otros propósitos. Esperemos cuál será el pronunciamiento del Legislativo.
Lo que sí es probable, es ver en los próximos minutos a ministros “voceros” y “abogados” de la mandataria, que con su afán de lambiscones saldrán a decir que todo esto es una persecución política y etcétera.
¿Acaso no podemos ser testigos de un poco de dignidad? ¿Quién será el primer ministro que dé un paso al costado y presente su renuncia?
La aún presidenta de la República acaba de dar un discurso en la ceremonia de inauguración del Seminario Internacional Constitución Política, Democracia y Valores Institucionales realizado en el Ministerio de Cultura y tenía el rostro desencajado. Estaba tan molesta que no podía ocultar su desfigurada expresión, a tal punto que exclamó: “No nos vamos a distraer con asuntos menores”.
Ella persiste en su necedad de creerse poderosa, pese a sus criticas circunstancias personales y la del resto de integrantes de su organización para destruir al Estado y coparlo de “agentes” por “cuota”, no quiere convencerse que su ocaso ya inició, y si acaso tuviera algo de sangre en las venas, tendría que renunciar, pero no lo va a hacer, porque ella no tiene honor… y por más que vuelva a nacer, nunca sabrá lo que es la dignidad.