Por Tino Santander Joo
La derecha está aislada y derrotada, pese haber ganado las elecciones. El partido popular y el neofascismo de Vox, no alcanzan la mayoría absoluta en el parlamento para formar gobierno; fueron derrotados por la socialista Francina Armengol, en la elección de la presidencia del Congreso. Incapaces de constituir un gobierno de coalición con los sectores nacionalistas e independentistas serán nuevamente derrotados el próximo 27 de septiembre en la que se debatirá la investidura de Alberto Núñez Feijoo.
La derecha no tiene un programa político claro, menos una orientación ideológica que movilice al pueblo español. En su seno confluyen los herederos del carlismo monárquico y conservador; del autoritarismo franquista; del catolicismo reaccionario, también están los liberales clásicos y los neoliberales contemporáneos; los homofóbicos, los antimigrantes y antimusulmanes. Es una derecha que niega la diversidad española y que no sabe definir su identidad política salvo cuando defiende los intereses de los grupos de poder económico.
Don Daniel Mariño, taxista gallego, me dijo: “la derecha anda cazando fantasmas en toda España, como la vieja inquisición que perseguía brujas”. No entiende y no quiere asimilar la diversidad de España, que busca reconocimiento cultural y político. No saben cómo tratar con ellos para coaptarlos políticamente. El adjetivo es su distintivo. Identificar al líder del PSOE Pedro Sánchez, con los nacionalistas e independentistas y la izquierda alternativa fue un error político. Ellos crearon el sanchismo que ha demostrado habilidad política y visión histórica.
El partido popular, tiene una relación de amor-odio con el neofascismo de Vox. La ultraderecha es su amante furtiva, necesitan sus votos en el parlamento y en algunas comunidades autonómicas, pero, se avergüenzan de ellos. No podrían caminar por las calles de la mano demostrando su amor y compromiso. No tienen el coraje de afirmar sus posiciones políticas e ideológicas. Se movilizan por consignas muy primarias: “combatir la ideología de género”; “el feminismo” y liquidar “el nacionalismo e independentismo radical”.
Vox, le reclama a los populares reconocimiento político y compromiso para “defender España del golpismo y el sanchismo”. Estas posiciones las alejan de la realidad española, del ciudadano que no puede pagar la hipoteca; de las familias que se endeudan para las vacaciones de verano; de los millones de trabajadores que no llegan a fin de mes con su salario por los precios altos de los alimentos, etc.
La derecha española anda dando palos de ciego. Tienen un techo que les impide tomar el poder. Frente a ellos están los socialistas que han organizado una coalición política muy amplia que tiene el reto de avanzar y responder democráticamente al nacionalismo y al independentismo. Se necesitarán manos de orfebre para armonizar la diversidad de intereses que forman la coalición progresista.
¿Por qué, la derecha es incapaz de expresar a la mayoría silenciosa? La respuesta es simple: ellos representan intereses económicos y la diversidad cultural y política no tiene importancia. Los catalanes, los vascos, los canarios y, gallegos los perciben como representantes de la España opresora. No son el multiculturalismo, ni los migrantes, ni la diversidad de minorías los enemigos de España. Esta realidad no la entiende el Partido Popular, ni Vox a pesar de los esfuerzos por seducir políticamente a las clases medias con un discurso que invoca al miedo a la división del país. Si la derecha quiere convertirse en una alternativa a la coalición social y progresista tiene que aceptar la realidad y dejar que los fantasmas del pasado le susurren al oído.