Desde la caída del dictador nipón, el Perú ha padecido el mandato de distintos agentes de Washington, cuyo punto final fue la elección presidencial que favoreció al ciudadano norteamericano popularmente conocido como PPK. Este que no tuvo mejor idea para demostrar su hondo «compromiso» con el bienestar del país que indultar a uno de los principales enemigos de la sociedad peruana ha señalado así el punto más bajo de cualquier oposición antiimperialista que se haya dado en el país. Por ello, la democracia tendida como una pordiosera guarda perpetuo silencio en tanto que: «ay, siguió muriendo».
El problema es que el proceso «democratizador» que siguió a la Marcha de los 4 Suyos, se ha dado sin atender a la necesaria transformación que toda sociedad debe sostener a fin de que la «democracia» no sea solo un gesto sino un sistema político efectivo en el que los ciudadanos gocen de una debida representación en los órganos gubernamentales y de mecanismos de participación directa en el manejo de la «cosa pública».
La crisis sociopolítica que se da en nuestro país, aquí y ahora, se debe, precisamente, a que tras la caída de Fujimori se cambiaron las apariencias pero el fondo nunca dejó de ser el mismo. El mínimo cambio dado a nivel de estructuras y fundamentos político-ideológicos así lo demuestran.
En este sentido, la transformación de la sociedad peruana será imposible sino se impide el arribo de «cualquiera» a la escena política, sino se denuncia el encumbramiento del cinismo y las malas artes en la administración pública y, sobre todo, sino se combate la estupidización planificada de las mayorías, gracias a los mediocres planes de lectura puestos en práctica que deberán ser complementados con proyectos de lectura alternativos, los realities, los programas de espectáculos y casi todos los contenidos de la televisión, el cine o la música nacional que gozan de plena inmunidad pese al daño que causan a la población. Si a esto añadimos que no existen personajes que la gente de bien pueda seguir, en la actualidad, a fin de intentar un esfuerzo colectivo para beneficio de todos, la realidad se torna tan oscura como una inmersión en un pozo de petróleo o en el mismo corazón del Averno.
No nos contentemos con las pantomimas “políticas” que brindan el gobierno y los actores políticos tradicionales y seamos críticos del poder a toda costa porque «la Patria nos espera» y ya no puede esperarnos más porque está en riesgo de muerte.