El Perú posee ingente diversidad cultural, que es la envidia
sana en el mundo. Sus manifestaciones patrimoniales encumbradas en Machu Picchu o Kuélap, y su cultura
viva perennizada generacionalmente en sus 55 pueblos
indígenas u originarios del ande y la amazonia, con diversas
manifestaciones culturales y étnicas; son la huella histórica que hace de nuestro país, único y exclusivo en cuanto a civilización y desarrollo cultural.
Ya quisieran otros países tener esta variedad cultural para saber aprovecharlas
hacia un desarrollo social e
igualitario. A pesar de esta valiosa riqueza cultural, a pesar de este
potencial heredado y construido
socialmente, concentrada en nuestro Perú; la cultura en el Perú, está por los suelos, es la última rueda del
coche en cuanto a inversión y desarrollo nacional.
El presupuesto del sector público
para el año fiscal 2020 es de 177,4 mil
millones de soles, la cifra muestra un incremento del 5,5% en comparación
al año 2019. Según el ministro Zevallos, el presupuesto prioriza siete áreas
claves «Educación y Salud; descentralización; lucha contra la violencia a
la mujer; friaje, heladas y nevadas; mantenimiento vial departamental; gestión
de riesgos; y reforma de la justicia”. Es decir, la cultura ha sido ignorada
nuevamente.
Veamos, históricamente el
presupuesto público nacional asignado al Sector Cultural ha sido uno de los más bajos en las “tablas económicas” del MEF.
Para observar el presupuesto a Cultura en una tabla presupuestal, les sugiero siempre empezar a buscarlo
desde abajo, donde están los sectores que reciben menos presupuesto, como
Cultura, Deporte o Trabajo, donde están los
peores sectores en cuanto a asignación presupuestal.
Así, por ejemplo, el año pasado
para Cultura y Deporte (para colmo de males el MEF comparte el presupuesto de
cultura con la inversión en deporte), contó con un presupuesto de 3 ,160 (tres mil ciento sesenta millones
soles) y para este 2020 se ha proyectado para cultura y deporte un
presupuesto de poco más de 1,314 (mil
trecientos catorce millones de soles); es decir, el presupuesto de Cultura
para este 2020 se ha reducido en un 140
% en comparación al año 2019. Hay que sumar a este bajo presupuesto
asignado, la poca capacidad de gasto
que ha caracterizado al sector Cultura.
Ahora enfoquémonos en el presupuesto que recibirá el Ministerio de Cultura este año 2020. Para este año se ha destinado un presupuesto de 605.2 millones (sumando los 33.5 millones que han sido asignados para Bicentenario 2020). Si restamos los 33.5 millones el Ministerio de Cultura tiene para este año 571.7 millones de soles. Es decir, menos que el 2019, ya que el año pasado se le asignó un presupuesto de 577.4 millones.
Algo está fallando en nuestro
país. Queremos ser una potencia turística en Latino América pero la
inversión en Cultura es paupérrima;
queremos atraer más turistas extranjeros a conocer nuestra diversidad étnica,
pero los pueblos originarios viven en pobreza
extrema y desigualdad, y sus niños mueren por anemia o desnutrición. Queremos ser la “vedette” en turismo
arqueológico, pero Kuélap se está
cayendo por la incapacidad de sus funcionarios de Turismo y Cultura para
poder reflotarlo. En suma, queremos “forzar” un desarrollo turístico peruano, obviando la investigación, reconstrucción y
conservación de nuestros principales patrimonios culturales.
Algo está fallando, porque
estamos viendo prioritariamente los ingresos económicos (en dólares, por si
acaso) que nos pueda dar el Turismo, y creemos que, si recibimos más turistas,
es crecimiento y desarrollo; pero lamentablemente los recursos arqueológicos en
el Perú, en su mayoría, no cuentan con
un simple Plan de Investigación; es más, no existen señalizaciones para llegar a ese patrimonio. Aplaudimos
la construcción de un Teleférico hacia Kuélap para atraer más turistas y
mejorar sus condiciones de visita; pero no
nos fijamos el abandono que produjo en los pueblos circundantes que
invirtieron para recibir turistas; ya nadie visita esos pueblos ni invierte en
ellos. Aplaudimos y nos vanagloriamos de las danzas amazónicas que hacen bailar
y vibrar a los turistas que visitan un pueblo originario de Loreto o Ucayali,
pero cuando deja de sonar esa flauta y tambor, ese hombre o mujer amazónico tiene que regresar a subsistir en sus
chacras.
La
inversión en Cultura en el Perú, históricamente, ha sido excluida e invisibilizada,
ha sido mirada con “ojos mercantilistas”
y no con “ojos de sostenibilidad”. Necesitamos cambios estratégicos y estructurales en el sector Cultura, y esperemos que
la nueva ministra los impulse. Dejemos de lado ese razonamiento burocrático que
ha sido siempre: “¿para qué invertir en
la reconstrucción de ruinas?, mejor invirtamos en teleféricos”. La
respuesta racional y pensando en un desarrollo sostenible de la Cultura sería: “Cuando
no haya más Kuélap o comunidades Shipibo-Conibo que admirar y visitar,
esperamos que los gobiernos de turno sigan pensando en Turismo”.
[1] Antropólogo de la UNMSM,
nacido cerca de Kuélap, en Amazonas.