Opinión

La cultura de las Fake News

Lee la columna de Edwin Cavello

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Es curioso cómo las noticias falsas han dejado de ser algo que solo los conspiranoicos difundían en foros oscuros de internet a finales de los noventa. Hoy las fake news se han convertido en una herramienta política de alcance masivo. El arte de desinformar tiene nombre propio, y no, no es solo de los influencers o de la vecina del barrio. Los periodistas también tienen su espacio en este mundo de las comunicaciones, al que Marshall McLuhan llamó “aldea global”.

¿Quién necesita la verdad cuando tienes una agenda política que defender? Para algunos periodistas, la objetividad parece ser una reliquia de tiempos remotos, de esos días en los que una noticia se construía sobre hechos. Hoy, las noticias se construyen sobre emociones, ideales y con una camiseta de algún partido político de turno. Algunos periodistas ya no son los guardianes de la verdad, sino solo artistas que construyen una narrativa, ilusionistas que maquillan la información según les convenga.

Porque, simplemente por intereses propios. Esto fue normalizándose desde que los medios periodísticos saltaron de las manos de los periodistas a las manos de los empresarios. ¿qué empresario en su sano juicio querría ver ambos lados de una historia? Ninguno, porque no es económicamente rentable para ellos. Lo grave es que hay muchos “periodistas” que lo permiten.

Algunos periodistas de hoy no se molestan en ocultar sus inclinaciones políticas; ¿para qué disimular? ¿para qué ocultar que son rojos o de la DBA? Aquí no se trata de mostrar imparcialidad, sino de defender una causa, de respaldar a «los buenos» y demonizar a «los malos». Así, cada noticia se convierte en un mini discurso ideológico, que se sirve en bandeja de plata para un público distraído, desinformado y desmemoriado.

La cultura de las fake news camina por una delgada cuerda disfrazada de libertad, eso ha permitido que mucha desinformación sea publicada por los medios. Y en esta coyuntura, algunos periodistas se han convertido en los pastores espirituales dirigiendo un rebaño de ovejas.  Ya no importa si la noticia es verdadera, solo importa que encaje con sus creencias.

A pesar de la militancia política, no hay que olvidar que lo que realmente importa son los hechos. Aquí no hay espacio para la ficción. El periodismo siempre debe ser incómodo para el poder.

(Columna publicada en Diario UNO)

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