Armatambo saturado: el destino de una de las mayores ciudades del pasado.
Vivimos al medio de una dualidad cada vez más insostenible. De una parte, somos un país con uno de los legados arquitectónicos más ricos que existen: unos 100.000 sitios solo en lo arqueológico. De otro lado, no solo no podemos protegerlo todo, lo estamos perdiendo.
La entrevista de la semana pasada con el viceministro de Cultura, Luis Jaime Castillo, fue importante por algo significativo: era quizás la primera vez que una autoridad de ese sector intentaba hablar con una sinceridad que no cae bien. “Vivir en un país como el Perú significa que a veces hay que hacer pequeños sacrificios”, dijo. Y tenía razón.
Pero por distintos motivos, entre los más activos en temas de protección parece haber una tendencia que señala que tenemos que protegerlo todo, cuando la realidad nos dice que eso es simplemente imposible. Entonces, ¿qué estamos consiguiendo?
Al ritmo que vamos, pronto vamos a tener que tomar las decisiones que no queremos, porque por ahora son otros los que ya lo están haciendo, sin control alguno, y con un saldo de pérdida irreparable. El asunto es, ¿dónde está el punto de equilibrio?
VISIÓN Y COMPROMISO
¿Necesitamos una lista en la que con sinceridad digamos ‘esto podemos conservar’ y dejamos ir al resto? Esto quizás lo puedo preguntar yo como periodista y como alguien de afuera, porque cada vez que lo he planteado entre arqueólogos y arquitectos la respuesta oficial suele ser «nada de listas, se conserva todo». Me pregunto si han pensado de verdad la dimensión y el impacto de esa actitud.
De otro lado, resolver eso necesita de una visión y un compromiso con la cultura que lamentablemente en nuestro caso no existe. El mismo presidente y el ministro de Economía no solo vienen ignorando este sector de manera sistemática, sino que toman medidas que atentan contra la sobrevivencia de este legado. No solo son los cuestionados decretos 54 y 60, sino la reducción del presupuesto de Cultura, de por sí uno de los menores. Esto no lo hace fácil. Lo hace perverso.
La siguiente es una entrevista que hace un tiempo hice con John Hurd y que nunca publiqué pensando que sería algo controvertida. Hoy siento que es necesaria.
Hurd es presidente del comité asesor de ICOMOS (Consejo Internacional de Sitios y Monumentos), consultor internacional de Unesco en temas de conservación, y fue director mundial de conservación del Global Heritage Fund (GHF). Su trayectoria profesional lo ha convertido en una autoridad mundial en estos temas. Espero sirva de algo en este debate, porque algo hay que hacer.
Ante una mayor presión del desarrollo, ¿qué pasa con los sitios arqueológicos?
Hay que investigar todo lo que se pueda y saber discernir, y conocer el valor arqueológico de un sitio. Si es de gran significado, no se puede proceder al desarrollo inmobiliario.
¿Y si no lo tiene?
Si no lo tiene, el desarrollo debe proceder.
Cuando dice ‘debe proceder’, ¿quiere decir que hay que destruirlo?
Sí. Yo creo que no debería haber una regla que diga que uno tiene que mantener cada uno de los sitios arqueológicos; que cada uno es sagrado porque, francamente, en Lima vas a encontrar sitios arqueológicos en todas partes, de un periodo o de otro.
Suena radical
Si encuentras algo que no sea tremendamente significativo, que no añada información al tema mayor de la historia del país entonces – siempre y cuando documentes el sitio con mucho cuidado y profesionalismo – entonces eso sería suficiente.
Creo que los peruanos somos más proteccionistas
Soy consciente de que esto puede ser un comentario muy controvertido, y lo sería en cualquier parte del mundo. Hay algunos países como Italia, Libia, donde la arqueología está en cualquier lugar y en algún momento hay que encontrar un balance.
¿Hay que ser prácticos?
Yo diría que sí. Pero creo que es importante ser prácticos en el sentido de permitir el desarrollo en lugares donde hay sitios arqueológicos, y posiblemente los mismos desarrollos inmobiliarios podrían incorporar estos sitios dentro de su proyecto, como espacio público o como un lugar para congregarse en caso de terremoto o emergencias.
Pachacamac: todavía con un largo camino por avanzar.
Para algunas empresas el pasado es un obstáculo. Podrían usar este argumento para tirarse abajo todo.
Sí, es cierto. Esto ha pasado en China, donde Mao Tse Tung en 1951 declaró que todo lo que era más antiguo de 25 años no valía nada y se perdieron grandes tesoros. Pero si tienes una ley que requiere que se haga una investigación arqueológica, y se define claramente lo que es significativo y lo que no, entonces las empresas entenderán que hay límites.
¿La ley es suficiente?
Hay que clarificar la ley, que en este momento es muy amplia y vaga. Tal como está abre la posibilidad para la corrupción y la mentira.
Para usted la protección de patrimonio contribuye a la autoestima de los pueblos. Pero si se destruye, ¿no vamos en contra de ese valor?
No creo que sea así. Lo importante es que les puedas demostrar a tus hijos y a sus hijos que hay sitios muy significativos de los que estamos orgullosos, y que los sabemos cuidar.
Un paso difícil…
El Perú se está desarrollando, eso es un hecho. Y el país tiene un enorme legado arqueológico, eso es otro hecho. Entonces tenemos que llegar a un punto donde quede claro qué se puede hacer y qué no. Ya sé que es cruel pero es práctico, pero en algún momento hay que tomar una decisión. Ambos pueden convivir lado a lado.