La literatura termina consumiendo de su propia realidad para afirmarse, para sellar una tradición o crearla. Ya José Gálvez anunciaba lo que terminaría siendo: el proceso de una nueva sensibilidad, originada de las experiencias locales, con ansias de tradición y novedad.
Este proceso es natural en todas las literaturas, porque se llegan a beber a sí mismas; así Joyce hace su obra maestra sobre su propio pueblo y Tolstoi afirmará que no hay nada más universal que un pueblo. La ruta que toma la poesía peruana en el siglo siguiente es la de beber de la realidad para nutrir la expresividad. En ese sentido, Escritura del fogón (2020) de Raúl Jurado nos asevera el rigor de una propuesta muy peruana y muy original. En el prólogo, el autor afirma que «La poesía es un pretexto infinito para escribir sobre lo que uno quiere».
En ese sentido, el rigor de estos poemas nace de la libertad de la experiencia culinaria. El hombre peruano, abierto a una realidad inquietantemente cruel y despiadada, encuentra en la cocina un brebaje contra todos los males: comer en el Perú es un acto sagrado. Poemas sobre el pisco, el licor de menta, la uña de gato, o el cebiche al lado del mar nos dan una idea del inventario, nos llevan a ese acto de comer, que el poeta resuelve en el ritmo abierto de una poesía por instantes lírica (la saliva besa el cielo/ se completa el jardín marino/ con el paraíso del mero) y a veces con la sencillez de las odas elementales nerudianas (el corazón verde/ se junta/ a la blanca yuca/ y con la roja carne/ enrojecen/ el cielo) Un poema clave es el Chifa.
Ese probar nuevas texturas da como resultados versos donde se unen las culturas (las cascadas azules y la mirada cerrada/ son el cierre para tomar/ el último sorbo del té jazmín/ leyendo a Li Po/ bajo la luna). Raúl Jurado se integra a una lista de poetas que hunden sus propuestas en temáticas nuestras; así conjuga muy bien lo nuevo con la tradición. Recordemos que Ricardo Palma usó la historia nacional para crear las tradiciones; Jurado nos invita a pensar poéticamente nuestra relación con un acto tan peruano como comer.
(Columna publicada en Diario UNO)