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La civilización del espectáculo en Lima

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ESCRIBE SOMBRA

La fantasía  se ha acabado, anoche  sin proponérmelo acabé  celebrando  el fin de nuestra vida televisiva con un pollo a la brasa de 9.99 en Jirón de la Unión.

Después de ocho años AL FONDO HAY SITIO HA TERMINADO. Y la misma noche en que  Isabella Maldini (Karina Calmet) moría en nuestras pantallas, Salvador Del Solar (Pantita para las visitadoras) era presentado como el nuevo  ministro de Cultura (lástima, yo había apostado por Panchito Lombardi).

Esa misma noche, una hora después del final estallaba en el Centro de Lima una protesta de basureros que  convirtió al histórico  Jirón de la Unión  en Av. La Mugre (como la Av. Brasil, pero más limpia). Mientras tanto Castañeda en su casa dándole like a tu meme.

Aquella noche  venia de visitar el MALI y comprar libros  usados con Pilar Ayn Holliday en Quilca (discúlpennos por ser tan hipsters) cuando de repente  y arrebatado por  el hambre entramos a una pollería de mala muerte del Jirón de la Unión (el cuarto de pollo que comí sabía a tristeza), bueno la Holliday solo me hizo sombra, pues es vegana y según sus creencias  fitomórficas yo soy un bárbaro devorador de cadáveres de ave.

Como sea, entramos y justo nos percatamos del detalle, el lugar estaba abarrotado de familias y personas de todas las edades que miraban atentos a una pantalla LCD  el episodio final de la última temporada  de Al Fondo Hay Sitio.

Era increíble, todos miraban al unisonó  la pantalla, reían, y se quedaban en silencio al mismo tiempo en un ejercicio coreográfico de experiencia compartida.  Por un momento me sentí en ZOMBIELAND.

De todos modos nos quedamos y justo cogimos  mesa detrás de la pantalla, de manera que estábamos situados exactamente  frente a toda esa gente que no dejaban de ver  atentamente el programa.

Era como ver una película, donde el espectáculo para nosotros era la teleaudiencia de carne y hueso de esta serie nacional. Las caras embobadas, alegres, sonrientes,  más tarde tristes o sorprendidas, caras afligidas y esperanzadas compartiendo un mismo evento cultural, el de la pantalla, porque es cultura viva, un elemento en común que  entretiene e ilusiona a todos sus espectadores envueltos en una misma fantasía, cutre pero fantasía común de todos ellos.

Fácilmente podríamos yo y la Holliday  habernos burlado en sus caras de  su  fijación al programa y ni así se habrían dado cuenta, tan  arrebatados se encontraban que no existía en sus ojos otro mundo que no fueran los avatares de la Charito  o las chupaderas de Pepe y Tito (para que vean que me manejo mi cultura popular. Seré blanquito pero no soy sobradito).

Eso me genero particularmente  una doble sensación, por un lado creía estar en un episodio de Black Mirror y por otro lado me sentía triste  de no poder estar compartiendo un evento  en que comulgaban millones de  personas, quizá el único evento que a diario  durante ocho años los liberaba de su dura realidad, de sus problemas cotidianos, que les permitía olvidar durante esa hora que duraba el programa todo el estrés, la  tensión que  significa saberse vivir en Lima, o más aun ser peruano.

El programa es un fenómeno nacional. Hay algo en sus caras embelesadas  que superaba  mi entendimiento, como si al verlos me hacían entender que me estaba perdiendo de un momento histórico en la ficción peruana, y ojo lo digo como alguien que solo siguió las primeras dos temporadas de la serie, y lo confieso aun a riesgo de que mis amigos  poseros y cultileídos me declaren  blasfemo  apostata del buen gusto y no me compartan de su cerveza cuando les caiga en Bar Publico.

Sin embargo, esa fue mi experiencia. Y esta la  certera observación de Pilar “Toda la gente mira  con añoranza, con fascinación  y esperanza  hacia  lo que nunca va ser”.  Y esa fantasía de ser Charito, Joel o Grace terminó anoche. PPK ESTÁS EN SERIOS PROBLEMAS.

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