Opinión

La caverna de Platón

Lee la columna de Raúl Villavicencio

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Por Raúl Villavicencio

Para los desentendidos, se trata de una alegoría elaborada por el filósofo griego Platón, donde se describe a unos individuos, presos desde su nacimiento, dentro de una caverna que tiene como única luminaria una hoguera dispuesta al lado opuesto de los prisioneros. Aquellos cautivos, encadenados de pies y cuellos, solo pueden ver en dirección hacia la hoguera, la cual les muestra sombras provenientes del exterior de la cueva. Los sujetos creen ciegamente que esas sombras en realidad son personas y dan tal conclusión como irrefutable.

Un día de esos, uno de los prisioneros consigue liberarse de sus ataduras, encaminándose hacia la salida. Al traspasar el umbral, puede apreciar por primera vez aquellas figuras que originaban las sombras. Perplejo de esa nueva verdad, aquel ser liberado no asimila toda la información que se le es revelada, pues aprecia, con sus propios ojos, que esas sombras eran solo el reflejo de las personas, los árboles, animales y demás invenciones de la humanidad que transitaban en las afueras de la caverna.

Atónito y emocionado, aquel sujeto decide regresar a la caverna para contarle sobre los nuevos descubrimientos a los que aún seguían prisioneros, pero solo es recibido con burlas y amenazas, pues sus anteriores compañeros creían que el “liberado” había perdido la razón.

Aquella metáfora es considerada como la más importante de la filosofía, ya que describe de manera didáctica cómo el ser humano prefiere mantenerse en su lugar seguro, aceptando su destino sin hacer el menor esfuerzo, durante gran parte de su vida, en tener nuevos conocimientos sobre las cosas; dando por ciertas muchas de ellas solo porque lo vio en un video de treinta segundos, o lo escuchó de alguien, y ese alguien también lo escuchó de otro.

En pleno Siglo XXI puede que muchos aún continúen dentro de sus “cavernas”, manteniéndose pegados durante horas mirando la pantalla de un celular, deslizando su dedo índice hacia abajo, mientras van caminando despreocupados por las calles. O entornillados en un trabajo que solo les ofrece una paga que les permite llegar a fin de mes, sin atreverse siquiera a mirar a los costados, encerrados en un ambiente de grises. Así como la luz potente, la verdad también en un principio termina encegueciendo a aquellos que permanecieron metidos debajo de un hoyo.

(Columna publicada en Diario UNO)

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