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La camiseta pesa (menos que nunca)

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La sorpresa rondó en el trámite más que en el resultado. Romper el equilibrio no ha sido en absoluto tarea sencilla para las potencias europeas.

Nada presagiaba que Francia sufriría tantas penurias para sellar su pase a cuartos de final. Nigeria se levantó de entre los muertos y de un plumazo se transformó en un once dinámico, incisivo y peligroso, aunque conforme avanzaba el reloj se fue apagando gradualmente hasta presenciar la caída de su valla. Entonces volvió al ataúd del que había escapado para lanzar su último resuello.

Francia demostró ser dueño de uno de los contragolpes más fulminantes y mortíferos del torneo. No es fácil combinar precisión y velocidad en ataque, pero los galos poseen la capacidad para lograrlo. Su victoria ante los africanos remarca la diferencia entre un equipo zorro y otro que, pese a sus ímpetus encendidos, no abandona su piel de cordero.

El escenario para Alemania y Argelia era bien diferente al de España 82’. En aquella ocasión el choque tuvo lugar en la fase de grupos, donde usualmente cualquier cosa puede ocurrir. El insólito e inesperado triunfo de Argelia ante los teutones, candidatos como siempre al título, dejó a todos los espectadores del planeta con la boca abierta.

El encuentro de hoy para los islámicos no representaba sólo la posibilidad de continuar escribiendo páginas históricas en su fútbol. Además de tentar la siguiente etapa de definición, se trataba de una revancha patriótica 32 años después (el período íntegro que Perú se ha mantenido fuera de la fiesta) de consumada la infamia tramada entre sus adversarios y aliados austríacos para eliminarlos de aquel campeonato.

Más que embarcados en una misión deportiva, los jugadores de la selección musulmana actuaban como comprometidos con una causa religiosa. Pusieron en aprietos e hicieron sudar a sus rivales en una forma que nadie, antes de ver el partido, imaginaba siquiera probable. A razón de lo hecho por ellos en el primer tiempo, y por los alemanes en el segundo, el alargue pareció justo.

Neuer y Rais descollaron en los arcos. Ambos realizaron estupendas, soberbias atajadas. Y Mueller puede ser, hasta ahora, el protagonista de la jugada más divertida del mundial. ¿Qué rayos quiso hacer cuando se arrodilló (¿resbaló?) frente a la pelota durante la elaboración de ese tiro libre cerca del área?

La escena a la postre del cotejo, con dos zagueros verdes muriendo de pie bajo los tres palos de su portería ante el pelotón de fusilamiento germano, es de lo más conmovedor que se ha visto en la Copa. Y luego, para la despedida honorable, el descuento.

Respetos y aplausos para una Argelia que se va anunciando que volverá por el desquite.

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