Por: Jorge Paredes Terry
Ollanta Humala llegó al poder vendiéndose como el adalid del nacionalismo, como el defensor de los más pobres, como el hombre que iba a cambiar el Perú. Pero su gobierno no fue más que una farsa. Traicionó sus ideales, traicionó los preceptos del nacionalismo que decía defender y, sobre todo, traicionó al pueblo peruano. Junto a Nadine Heredia, convirtieron la política en un negocio sucio, en un mecanismo para enriquecerse a costa de los sueños de millones.
El dinero de Odebrecht manchó sus manos, pero también manchó su alma. No contentos con haber defraudado al Estado, intentaron burlar a la justicia, creyendo que su impunidad sería eterna. Pero hoy, la verdad ha triunfado. Hoy, los fiscales valientes, aquellos que no se doblegaron ante el poder, aquellos que investigaron sin miedo, han logrado lo que muchos creían imposible: que los corruptos paguen**.
Este fallo es histórico. No solo por la condena en sí, sino por lo que representa: el Perú ya no aguanta más la corrupción. Ya no somos un país donde los poderosos roban y salen impunes. Esto es un triunfo de todos los peruanos honestos, de aquellos que denunciamos cuando nadie más lo hacía, de aquellos que no nos callamos ante la injusticia.
Hoy el Perú celebra porque hay esperanza. Porque, a pesar de todo, la justicia peruana ha dado un paso firme hacia la recuperación de nuestra dignidad.
Los que luchamos desde el principio, los que no nos vendimos, los que creímos en un país mejor, hoy podemos decir con orgullo: No fue en vano! La justicia tarda, pero llega. Y hoy, por fin, ha llegado.
El largo proceso judicial contra Ollanta Humala y Nadine Heredia: Crónica de una condena histórica.
Los orígenes del caso: Dinero de Odebrecht y campañas sucias
Todo comenzó a destaparse con los escándalos de Lava Jato y las confesiones de ejecutivos de Odebrecht, que revelaron una red de sobornos a políticos latinoamericanos. En el Perú, se descubrió que la constructora brasileña había entregado millones de dólares en coimas para ganar contratos públicos.
En el caso de Humala y Heredia, las investigaciones se centraron en los US$ 3 millones que Odebrecht habría entregado para financiar sus campañas electorales de 2006 y 2011. Estos fondos nunca fueron declarados, violando las leyes de transparencia y financiamiento político.
El Ministerio Público, liderado por fiscales como Germán Juárez Atoche y Rafael Vela, recopiló pruebas contundentes:
– Testimonios clave: Excolaboradores de Odebrecht, como Jorge Barata, confirmaron los pagos ilegales.
– Documentos financieros: Se rastrearon transferencias y cuentas opacas vinculadas a Humala y Heredia.
– Declaraciones de arrepentidos: Exmiembros del Partido Nacionalista admitieron el manejo irregular de fondos.
A pesar de las defensas dilatorias y los intentos de Humala y Heredia por desacreditar a los fiscales, la investigación avanzó.
El proceso judicial, que comenzó formalmente en 2017, estuvo lleno de obstáculos:
– Intento de sobreseimiento: La defensa argumentó falta de pruebas, pero el Poder Judicial rechazó sus pedidos.
– Cambios de estrategia: Humala y Heredia pasaron de negar todo a alegar que los fondos eran «donaciones privadas».
– Presión mediática: Hubo acusaciones de persecución política, pero los jueces mantuvieron su independencia.
Finalmente, el Tercer Juzgado Penal Colegiado condenó a 15 años de prisión al expresidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia por lavado de activos, en el caso de los aportes ilícitos al Partido Nacionalista Peruano. Ambos estarán recluidos en penales hasta el 28 de julio de 2039.
Esta sentencia es histórica porque:
Demuestra que ningún poder es intocable (ni siquiera un expresidente) Refuerza el trabajo de fiscales y jueces independientes, sienta un precedente para otros casos de corrupción.
Aunque Humala y Heredia apelarán, el Perú ha dado un paso gigante en su lucha por la justicia. Hoy, más que nunca, queda claro: el que roba y traiciona, tarde o temprano, cae.
¡Viva la justicia! ¡Viva el Perú!