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La caída de Constantinopla o el Congreso de la República del Perú

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A partir de mañana entrará en vigencia una nueva modificatoria al texto del Reglamento del Congreso, en la cual se establece la conformación de una única bancada mixta para todos los parlamentarios que han quedado excluidos de las bancadas correspondientes a los movimientos político-electorales que posibilitaron su arribo a una curul.

Evidentemente, esta torpe salida, esta prepotente intervención “legislativa”, insiste en confrontar la perspectiva de respeto a la constitución que fue expuesta por el Tribunal Constitucional hace pocos días. Es decir, el fujimorismo luego del berrinche inicial que le fue provocado por la inconstitucionalidad parcial de la Resolución Legislativa 007-2016-2017-C que modificaba el Reglamento del Congreso y que fue popularmente conocida como Ley Antitránsfuga y luego de fingir que “acatarían” el fallo del “alto” tribunal que sancionaba la norma en cuestión, actuando sagazmente -según ellos- han aprobado, en medio de la trifulca generalizada por la impertinente cuestión de confianza solicitada por el premier Zavala, una norma completamente fuera de todo contenido transparente.

¿Cómo pueden existir “compatriotas” tan encanallados como estos “parlamentarios” y, peor aún, como sus electores? ¿Hasta cuándo toleraremos a la más execrable bancada que haya visto parlamento alguno? En fin, es inútil creer que puede hacerse algo distinto a la crítica verbal contra estas torvas “fuerzas populares”.

Durante el debate de ayer, casi todos los “parlamentarios” fujimoristas tuvieron el triste papel de “lectores”. Sin duda, todos sus discursos estaban orientados a un mismo fin, negar la confianza solicitada por el torvo Zavala y, efectivamente, dirigidos por una misma persona ya que se ve en la bancada naranja una tendencia bovina hacia el rebaño, la manada o la piara según corresponda a sus respectivas naturalezas.

El TC actual, es decir,  incluido Ferrero, deberá fallar sobre esta nueva piedra de escándalo y el resultado, no puede ser distinto, dada la obvia vulneración de derechos de los “parlamentarios” sin bancada.

¿Acaso, el fujimorismo seguirá empeñándose en el intento de torcer la realidad con su insensatez legislativa y su burdo irrespeto de las instituciones nacionales hasta el 2021 y seguirá sacándole la vuelta al respeto de los derechos del otro, es decir, a una de las expresiones supremas de la democracia?

Mientras tanto, ¿qué nuevas componendas y lobbys se están realizando en el país?, ¿cómo sigue la ejecución del Plan de Reconstrucción Nacional?, ¿habrán otros Chincheros a la vista?, ¿qué pasó y que pasará en el Ministerio de Energía y Minas y en todo el resto de ministerios?, etc.

En síntesis, esta acción de abierto “desacato” y de perenne pataleta solo nos muestra con toda su crudeza y ridiculez lo que hemos perdido al dejar que esta clase de “políticos” asuman puestos tan representativos como los escaños parlamentarios, gente sin un solo atributo intelectual o retórico, sin ninguna posibilidad de grandeza.

Los grandes individuos que alguna vez lucieron sus encumbradas palabras en el hemiciclo, ahora bastardo, la más grande plaza de miseria y estolidez del país, están mejor donde sea que estén. Al menos, tienen la suerte de no ser testigos de una de las más grandes vergüenzas de nuestro tiempo, el más bajo congreso de la historia peruana.

 

Post Scriptum.

Constantinopla, durante la madrugada del 29 de mayo de 1453 estaba en una posición moral muy superior respecto de la nuestra en este momento, porque al menos, hasta el último patriota cosntantinopolitano intentó defender a su patria de sus enemigos invasores, los turcos otomanos y de no ser por el funesto descuido de la Kerkaporta, quizás otra fuese la historia que hemos conocido.

En el caso peruano, para mayor desgracia que el hundimiento de una civilización multisecular cuya capital tuvo un pie en Asia y el otro en Europa, cuyo esplendor no cesará mientras exista la vanidad, la delicadeza y el lujo en el imaginario de los seres humanos, es que nuestros más grandes enemigos son al mismo tiempo nuestros compatriotas, nuestros representantes “políticos”, nuestros funcionarios públicos, etc.

El Perú se destroza a sí mismo con sus propias manos todos los días. Lo peor es que hace largo tiempo -hace demasiado tiempo-  ha declinado toda posibilidad de autodefensa.

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