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La apropiación en “Panóptica: los últimos días del futuro”

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Trabajar con el ilustrador Hugo Espinoza en “Panóptica: los últimos días del futuro” ha sido, sin lugar a dudas, uno de los riesgos más emocionantes que he afrontado en mi carrera como guionista. Y ello, porque decidirse por la senda de la ciencia-ficción, ya sea en la literatura, el cine o la historieta, equivale a tomar un camino que será siempre cuesta arriba. Por suerte, acostumbrados como estamos a las inclemencias de un hábitat tan duro como el de la historieta, hemos logrado metabolizar la sensación de peligro hasta transformarla en algo muy parecido a la motivación. Tácticas de supervivencia, nada más.

Pero, si de por sí producir historieta de ciencia ficción fue desde un inicio una cruz al hombro, el hecho de apostar por la ciencia-ficción de contenido adulto en un país como el nuestro, que aparentemente aún seguía relacionando el término “adulto” con erotismo o pornografía, se nos presentaba como una empresa más cojudezca que quijotesca. Si, nosotros también fuimos de los ingenuos que piensan que el lector nacional debe ser educado, antes que estimulado. Pero grande fue nuestro desengaño, al someter la publicación a su primer contacto con el público y percatarnos de que el mensaje llegaba fuerte y claro: ninguna ceja se alzó ante el rótulo “sugerido para público adulto”, y nadie esperó satisfacer sus bajos instintos artísticos por medio de mi guión, o de los dibujos de Espinoza. Más aún, la mayoría de lectores lograron identificar el meta-lenguaje utilizado en las viñetas de nuestro trabajo, y aún hoy, a pocos días del lanzamiento del segundo número de la serie, algunos continúan discutiendo acerca de la verdadera intención detrás de la apropiación de “La Pietá” de Miguel Ángel incluida en la décima página de Panóptica Nº 01.

A todos ellos les prometí una fundamentación de dicho recurso, y una explicación de por qué la apropiación, a mi parecer, cobra especial importancia en la historieta adulta. Pues, va.

¿Qué significa apropiación? ¿Qué sentido tiene reinterpretar a un clásico? Ciertamente, la finalidad no es únicamente estética. Cuando se opta por la apropiación, se hace con la intención de provocar una serie de reacciones controladas en el lector: impactar, recompensar, estimular y reformular. En ese orden.

Impactar, porque una obra tan poderosa como “La Pietá” posee per se una fuerza intrínseca, un contenido dramático que se mantiene inalterable cuando se sintetiza y reinterpreta con cuidado y, sobre todo, cuando se guarda gran respeto hacia las formas y proporciones originales. Aquí el mérito recae entero en Hugo Espinoza, quien logra dosificar la luz y administrar el detalle para dirigir la atención del lector hacia el personaje femenino, que hace las veces de Jesús, el “sujeto pasivo” de aquella oración llamada splash-page (en español: viñeta a página completa).

Recompensar, porque el reconocimiento de una imagen familiar e inesperada en un entorno inusual (una historieta) causa en nosotros una sensación gratificante, producto de haber hurgado en nuestro registro cultural y haber dado con la referencia exacta, todo ello en décimas de segundo.

Estimular, pues es acto reflejo visualizar mentalmente la obra original y repasar su significado, a través de un proceso cognitivo que de por sí enriquece la experiencia.

Reformular, finalmente, porque se extrae la intención del referente (en este caso, la escultura de Miguel Ángel) y se adecúa al nuevo contexto. De esta manera, si bien es evidente que Grubber (“María”) tiene prisionera a Lily (“Jesús”), por medio de la apropiación nos es posible estructurar otros niveles de comunicación, además del primario: tras leer las nueve páginas precedentes a la comentada, no es difícil adivinar que Grubber en realidad “rescata” a Lily, se apiada de ella y contempla su cuerpo agotado por los métodos de crianza paternos. Por lo demás, se crea un puente entre la motivación de Grubber y la dimensión misericordiosa de la maternidad, aspecto importantísimo para comprender futuros momentos de la historia, aún no publicados. Estas, claro, entre otras tantas lecturas subjetivas (e igual de válidas) que se han ido dando con posterioridad a la publicación de la revista.

Para esto sirve, según entiendo, la apropiación en la historieta adulta: para cifrar contenidos y transformar la lectura de una historieta en una experiencia culturalmente estimulante, sin por ello desvirtuar el valor narrativo de la obra. Todo ello, cuidando de no perder el norte y caer en el oscurantismo intelectualoide, que a la larga transforma a cualquier obra en un bosque impenetrable.

Hasta aquí, el por qué de este recurso. Por mi parte, confío en seguir conociendo a lectores que, a través de sus comentarios, inviten a justificar las decisiones tomadas sobre el papel, pues aquel es uno de los tantos motivos por el que bien vale la pena enfrentarse cada día a los retos propios del guión de historieta.

 

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