Cultura

La anarco Revolución Caliente de Rodolfo Ybarra

Revolución caliente, novela para rechinar los dientes.

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Por Maynor Freyre

Desde un mundo esclerótico, donde  los órganos de la vida social se van atrofiando, para el grupo La Alcantarilla no queda otro camino que el romper con todo tipo de organización social, el implantar un anarquismo decimonónico como el de El hombre que fue jueves, escrito por G.K. Chesterton desde la burla y el corrosivo humor o lo planteado también por Antonio Muñoz Molina en su novela El dueño del secreto con fina ironía acerca de una frustrado levantamiento de ácratas al lado de militares, curas y banqueros en España, justo un año antes de que falleciera el falangista dictador Francisco Franco en España, e inspirados en la “revolución de los claveles”.

Revolución caliente se titula esta novela de Rodolfo Ybarra (Lima, 2020, Arteidea Perú), y tal como la antigua canción-pregón que recorría las calles de la Lima de mitad del siglo XX precedida por un farol Coleman, nos hace rechinar los dientes por su atrevimiento tipo El almuerzo desnudo del narrador beatnik William S. Burroughs que rompe con todos los cánones narrativos para contar como a través de un continuo vuelo de drogadicción. Asimismo, Ybarra se vale de descripciones, artículos, estampas, diálogos cuasi teatrales, poemas inesperados y una especie de proselitismo ideológico neo anarquista.

Como los beatniks, Ybarra trata de romper con el estilo neo liberal democrático que rige en el mundo actual y no siguiendo las pautas de los escritos marxistas, leninistas maoístas que se impusieron en muchas partes del mundo como entelequias para transformar la sociedad. Claro que se trata de un escrito ficcional que no necesariamente se vincula con el autor a toda costa. Hay textos que afrontan las relaciones íntimas y otros que suponen la organización de grupos de destrucción, al estilo de la canción de los Saicos de los años ’60 que pregonaban con Demoler “echar abajo la estación del tren”, en referencia metafórica al viaje a través de los cánones establecidos.

Para finalizar este breve comentario, diremos que la hermandad con el movimiento beatnik —acuñado en 1958 por el periodista Herb Caen, posterior premio Pulitzer— de San Francisco, EE.UU., radica en que el nombre parte de beat que en la jerga estadounidense significa cultura, actitud y literatura a los cuales este periodista le añadió nik, la última sílaba de la palabra Sputnik, el primer satélite soviético que atemorizó a los norteamericanos pensando que desde un satélite como ese les iban a lanzar la bomba atómica. Casi al terminar de leer Revolución caliente, en 201, EL QUÍMICO: CÓMO Y QUÉ HACER PARA UN CORRECTO SABOTAJE nos da cinco fórmulas para preparar bombas explosivas, así como cinco consejos para malograr un vehículo motorizado y otra sarta de consejos para descontrolar y alterar el orden.

“Resinoso, como prueba de todo lo dicho, dejas aquí el primer último párrafo de esta tu, dizque, novela inconclusa que es la Historia del Perú, en estos precisos momentos en que la huelga general está tomando las calles dando vivas en voces de la muchedumbre, y en que se escuchan disparos y explosiones que retumban en las periferias, caseríos y barriadas y vas dejando de redactar”. Porque al final un helicóptero humeante se precipita al vacío. El sonar de la metralla son las voces de La Alcantarilla. Entonces empiezan a desfilar los personajes que conforman ese anarco grupo.

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