Crónica

Kipi y Jovam, los robots que saben todo en la ruralidad

Kipi y Jovam son bellos androides que les hablan a niños y adultos de todo. Son especialistas en conversar sobre temas ecológicos, culturales, mitológicos, y hoy en día han ampliado sus contenidos, pues, además, se han expandido hacia la literatura. Sus enseñanzas han recorrido las comunidades de Colcabamba, Andaychagua, Duraznulloc, Jatuspata, Suylloc y Chuspi; y dentro de poco, su hermano Jovam, hablará en Cajamarca, en Chile y hasta en Alemania.

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Los hermanos mecánicos hablarán en 48 lenguas originarias del Perú, pero aunque ya sabemos a lo que se dedica Kipi, pocos sabemos de Jovam, también creado por el mismo progenitor con elementos de deshecho, irá a los centros penitenciarios de Cajamarca para empezar con una nueva labor: instruir a los internos.

Pero empecemos con Kipi, que fue llevada a los centros educativos de Tayacaja para capacitar (pero también para que entretener y solazar a los niños). Fue el docente rural Walter Velásquez Godoy, un hombre lleno de ímpetus que incluso ha logrado que Kipi hable en otros idiomas y se fortalezca con el animoso apoyo de la empresa hidroeléctrica Cerro del Águila (de Kallpa Generación), que, creyendo en él (y, por supuesto, en ella) ha  decidido darle el impulso económico para llevarla a más lugares y presentarla con nuevos niños. “Hice un convenio con Kallpa, quienes me proporcionaron los recursos (piezas, sensores y otras cosas), mientras yo ponía la mano de obra”, manifiesta Walter. Es más, los niños ahora esgrimen las fichas necesarias, insertas en el Kipilibro (un material pedagógico también editado por la empresa hidroeléctrica), y se convierten en auténticos inquisidores de los conocimientos humanos.

“La idea de crear a la robot Kipi, nació justamente cuando se inició la emergencia sanitaria por la Covid-19, buscando crear una herramienta que pueda funcionar en lugares con problemas de internet, radio y televisión, y ser de utilidad pedagógica y motivacional para los estudiantes de lo más recóndito de Colcabamba, en Tayacaja, Huancavelica, donde aún faltan cerrar brechas, sobre todo digitales”, son las palabras de Walter mientras, sentado en una mesa, recibe el café que viene humeante.

La propuesta enseña de forma lúdica a los niños.

¿Por qué es niña y no niño?

Para empezar, Walter nos responde que es porque como sociedad necesitamos eliminar cualquier tipo de discriminación contra las mujeres desde el lugar en que nos encontremos. “Tengo bastante claro que la igualdad de género y de oportunidades es un pilar educativo y fundamental en los Derechos Humanos”, continúa. Y es cierto, pues, como nos los dice, podemos revisar datos estadísticos y por ejemplo en el Vraem de cada cien mujeres el 30% no sabe leer ni escribir. Otro dato es que en esta parte notó que diversas familias prefieren que los niños estudien antes que las niñas. Por otro lado, a un peón varón se le valora y paga más que a una mujer, “y hay muchos otros detalles que necesitamos mejorar, y manejarlo desde lo educativo es una buena estrategia”.


Ahora bien, ante la pregunta ¿cómo aprenden los niños con Kipi?, la respuesta es simple: para aprender utilizan las fichas de entrevista que están en el Kipilibro, y son los mismos estudiantes los que se convierten en reporteros, por así decirlo, pues entrevistan a Kipi sobre diversos temas y aprenden mucho. “Imaginemos un humano hablando con una robot, no es usual, menos en la zonas rurales, pobres y marginadas. Luego ellos analizan, cumplen desafíos y hasta amplían la información en su mismo Kipilibro que tiene más de 98 Ruray (actividades). También pueden solicitar a la robot videos, figuras e imágenes en 3D, quien les mostrará imágenes que lleva en la pantalla de su vientre, además de recitar y cantar en quechua. La tecnología Kipi está preparada para ello, pues sus algoritmos especializados reconocen la voz, ahora ya de cualquier humano”, menciona el autor mientras empieza a beber su café.

Pero eso no es todo: cuando la robot Kipi no está con un estudiante, éste puede activar a Kipi 3D, que es una aplicación para teléfono (o Tablet) donde Kipi aparece virtualmente para interactuar con el estudiante y continuar cumpliendo los restos del Kipilibro. Así, éste se convierte en un portafolio de evidencias.

Los robots responden a todas las interrogantes de los niños.

Sabemos que Walter Velásquez tiene que moverse por diferentes espacios llevando a cuestas a Kipi, pero él dice que ella también tiene la capacidad de moverse, que recibe la orden de un humano y ejecuta los movimientos. “Se mueve adelante, atrás, hace giros a la derecha e izquierda, además si suena las melodías de un Chacatán ella puede bailarlo, lo que motiva mucho y roba sonrisas a mis alumnos. Yo les digo es hora de hacer Educación Física”, cuenta nuestro amigo.

Vida de Walter

Claro que debemos conocer también la vida de Walter, cómo creció y estudió, y en el plano lingüístico desde cuándo habla quechua. Nos contesta muy animado que su vida la inició en Pampas, Tayacaja, donde estudió hasta la secundaria, y el quechua lo aprendió desde sus abuelos. “Ellos son de Tayacaja y trabajaron labrando el campo. Mi abuelo ya murió, pero mi abuela tiene 98 años y aún nos acompaña. No me considero un experto en quechua, pero hago lo mejor que puedo”, señala.

El 80% de las familias que tienen  a sus hijos en el colegio son bilingües, pues hablan quechua y castellano, y en estos últimos años antes de la pandemia Walter ha notado que muchos estudiantes están dejando de hablar el quechua. Arguye: “dejar que se diluya el quechua significaría que también se diluiría gran parte de lo que ha sido y es nuestra cultura andina. Es paradójico que en múltiples universidades del mundo valoran y enseñan el quechua, y en nuestro país no le demos la importancia de se le debe dar”,  acota.

Dice que intenta traducir todo lo que puede, pero no basta, que es necesario que muchos otros ojos lo puedan revisar, así que lleva los escritos a los que llamamos “sabios de la comunidad”, también a campesinos y comuneros quechuahablantes, que son los padres de familia de sus alumnos. “Ellos con mucho gusto me apoyan, me ayudan, pero entre todos destaco a Nila Tovar, mi amiga y gran maestra andina multilingüe”, confiesa mientras sorbe lentamente el café.

¿Y de dónde le viene a Walter la entrega por la didáctica? Pues luego de la secundaria ingresó a Educación Primaria en la Universidad Peruana Los Andes, en Huancayo, a la misma vez que a Educación Secundaria, con especialidad en Biología y Química, además de una maestría y un doctorado en la Universidad Nacional del Centro del Perú. “Ya culminé la certificación en Logopedia en la Universidad de Nebrija – España, y ahora voy culminando la certificación de posgrado en transformación digital en el MIT”, nos responde igual de motivado.

Walter transita caminos insospechados para cumplir con la educación de los niños.

La literatura

Kipi también habla de Literatura: narra los cuentos de su padre y conforta a los niños. Walter no nos deja mentir: “He creado muchos cuentos y fábulas de manera individual y colectiva con mis alumnos, amigos, comuneros, campesinos, y hasta colegas de trabajo, siempre con un sentido educativo, por ahora en quechua y castellano”. Y, por supuesto, los graba para que los chicos los entiendan. Y es que le parece motivador y hermoso que lean y escuchen los kipicuentos en quechua y castellano, pero nos da una lección más: “tengo el deseo de traducirlo a las 48 lenguas originarias del Perú”, declara.

Por otro lado, en cada largo viaje que realiza para apoyar a sus alumnos, Walter recopila y graba canciones y tradiciones orales de mucha gente andina, quienes le dicen que las leyendas, cuentos, mitos y canciones andinas ya se han perdido con el tiempo. Eso es un motivo para guardar toda esta información que recopila en el cerebro de Kipi, pues él cree que ella estará por cientos de años al lado de los alumnos, y algún día alguien de las futuras generaciones sabrá que la gente de ahora tenían hermosas costumbres, tradiciones, sobre todo canciones y relatos andinos.

Como escuchamos, muchas de las historias son cuentos, tradiciones; otras son fábulas y otras un híbrido de las dos. “Asimismo, me gusta que los estudiantes puedan crear o cambiar el final de lo que escribo, además que disfruten de los personajes, que son inspirados en los animales de las comunidades del Vraem que visitamos con Kipi. Cada personaje pertenece a alguna comunidad andina y tiene un talento”, culmina. Es cierto, Kipi está creciendo, pues en la actualidad ya son siete las réplicas que Kallpa Generación le ayudó a hacer a Walter, y quién sabe cuántos más alumbrará.

En el Perú profundo Walter y sus robots revolucionan la educación.

¿Y qué decir de Jovam?

Dijimos que se trata del hermano de Kipi, que ha sido pedido junto a ella en Chile, Bolivia, Estados Unidos, Corea, y que ahora se va a Alemania. Para ello, ya habla básicamente en alemán y tiene muchas palabras traducidas al español. “Está programado para trabajar con adultos a diferencia de Kipi. Funciona gracias a un convenio con DVV Internacional, quienes se contactaron conmigo y les dije que me apoyen con materiales, pues yo pongo la mano de obra. Y si es a la humanidad escolar, ese será mi mayor pago, las sonrisas de los presos, pues yo no trabajo por dinero sino por un bien común”, dice.

Ha empacado sus cosas, toma el último sorbo del café y, abrazado de sus equipos y cuidando meticulosamente a Kipi, sale para otro pueblo de la zona agraria de Tayacaja. Muchos chicos saben que irá y ya lo esperan con impaciencia. “Recuerda, amigo, soy educador y la esencia de la pedagogía son los estudiantes”, finaliza.

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