O el asesor de Kenji es uno de los tipos más astutos del país o puede que con el preferido del ex dictador haya pasado lo mismo que con Jorge del Castillo, a quien los bastos “comediantes” de los noventas caricaturizaron y tomaron por un tonto débil durante años, equivoco patético toda vez que el tío George resultó siendo mucho más inteligente, influyente y ambicioso de lo que se creía.
Quizá con Kenji ha pasado lo mismo aunque en otra dimensión, por supuesto, ya que Del Castillo nunca tuvo la opción de ser presidente; en cambio, Kenji es una de las peores sombras expectantes que se ciernen sobre el escenario electoral de 2021.
Aunque no podemos conocer a alguien solo por sus apariciones públicas y aunque tampoco tampoco podemos presumir que todos los políticos peruanos estén podridos, así sobren evidencias en ese sentido, el sentido manipulador de su texto es evidente en cada frase. Desde su perspectiva él es un hijo como cualquier otro, su padre un reo como cualquier otro, su gesto tan desinteresado como cualquier gesto de cualquier persona bien nacida. Vamos.
Pese a que hasta la Biblia indica que debemos ser magnánimos con todos aquellos que han caído en desgracia —Hebreos 13: 3 “Acuérdense de los presos, como si estuvieran presos con ellos, y de los maltratados, puesto que también ustedes están en el cuerpo”— no debemos prestar oídos a los susurros del fraseo del demonio porque es poco probable que los asesores presidenciales de Kenji sean capaces de lograr tales niveles de perversidad. Esto quiere decir que Maquiavelo pasa por un artista adolescente al lado del mil veces taimado Vladimiro, un hombre ante el que el mismo demonio prefiere guardarse las manos en los bolsillos ante su sola presencia que trasluce como una sombra detrás de cada frase expuesta por el hijo dilecto del ex dictador.
En este punto, la mayor desgracia de todos los espectadores sería creer en las buenas intenciones de un político fujimorista. De hecho, Humala al recibir los obsequios de Kenji debería haber dicho para sus adentros “timeo Danaos et dona ferentes”.
Así está el país y la verdad, Humala es el único ex presidente por el que se puede sentir lástima, lo que no significa que debamos desistir de lograr que pague todas sus culpas. Francamente, parece un buen hombre desvalido al que la historia y el poder le quedaron demasiado grandes y esa desgracia personal debería afligirnos aunque sea un poco.
Reitero, el tipo que escribe los artículos “de” Kenji es uno de los más grandes perversos del país.
Sería positivo que se entreviste a Kenji y que se le pregunte por el contenido de los libros que enumeró tras su larga conversación con Humala así como los fenómenos políticos mundiales que según su testimonio discutió o compartió con el otro huésped de la Dinoes, porque lo más probable es que termine hablando en latín.
Debemos conocer el nombre de la persona que está detrás de estas “perspicaces” líneas sobre el país no vaya a ser que Kenji termine siendo el gran artífice de la reconciliación nacional y no hayamos identificado a uno de sus máximos posibilitadores.