Por Fernando Casanova Garcés
Expreso, Peru21 y Trome empezaron hace unas semanas la cuenta regresiva para la vacancia de Dina Boluarte. Aunque grite desde Palacio que se queda hasta el 2026, no dejarán ni el polvo de la pobre señora que aceptó ser (previa rinoplastia) el monigote de Fuerza Popular y la DBA en esa transición de Castillo hacia “la democracia”.
El plan de Keiko inicia con un golpe a la izquierda que ganó las elecciones, un necesario desmadre apocalíptico como el que ahora se sufre en las calles, y la pronta aparición que veremos en todos los canales que la presentarán como la panacea, la enviada por la providencia para arreglar la septicemia de violencia, pobreza y corrupción de cada día.
Parte de su plan es presentase como el padre, ser la única capaz de arrasar con las bandas de extorsionadores y mandar grupos colinas para la limpieza social de sicarios que la calle demanda. Así se lo dictan los grupos de poder para que pueda llegar a cumplir su sueño, y eso no tendría nada de malo si no fuera porque empieza a resultar evidente que es ella quién se beneficia de tanto asesinato y desidia policial que nos ubica en los dos mil asesinatos para solo este año. Gol para Keiko Sofía.
Estudio aparte es lo ocurrido con el APRA. Su función en el plan keikista fue tomar el Ministerio Público. A su estilo y tradición así lo hicieron y nombraron a la señora Benavides como titular, pero el crimen nunca paga, y la ignorancia de la fiscalilla era tal que ni la “defensa” de Del Castillo ni los bramidos del huayco Butters pudieron sostenerla. El Apra nunca, muere.
Y su Policía se ha ganado a pulso un puesto de honor entre las más corruptas y criminales del mundo. En Perú ser policía es la oportunidad perfecta para formar parte del crimen organizado y tener buen sueldo. Una ganga: con el uniforme y la placa viene un curso intensivo en coima, extorsión y narcotráfico. Y duele tanto porque la verdad, cientos de miles de mujeres y hombres madrugan para que coman sus hijos en un país donde ese uniforme da terror. No merecemos esto, de verdad.
Pues bien, entre el pandemonio de 60 candidatos y 100 partidos, Keiko Fujimori eclipsa el cielo vestida de blanco, desciende en una aureola y su brillo y sonrisa bastan para salvarnos de la muerte. Absortos olvidamos que la mandan los Bancos y las Farmacias. Los sicarios huyen despavoridos, los corruptos se entregan abarrotando comisarías y los narcos desfilan sollozando a las iglesias. Keiko ha llegado.