Nació en Cuba pero su arte lo convirtió en un ciudadano del mundo. Emigró con su familia a Estados Unidos desde La Habana en la década de los 60. Para él, esta experiencia fue el sueño de tener el derecho a elegir. La vida del artista cubano Julio Larraz está dibujada por el pincel de la sublevación. Sus inicios de caricaturista le dieron una visión singular para contemplar los hechos. Desde los años setenta trabajó para importantes publicaciones como la revista Rolling Stone y Times Magazine, y en periódicos como The New York Times y The Washington Post, es decir, coqueteó con el periodismo en una época marcada por la rebeldía.
Nuestro enviado especial, Ricardo Terrones, llegó hasta la ciudad de Miami para conversar en exclusiva con el artista cubano. Terrones ingresó al taller de Julio Larraz, un templo donde las ideas, la genialidad y lo hilarante se plasman sobre el lienzo.
Con los años, Larraz se ha convertido en un referente del arte contemporáneo. En sus obras ha reflejado la Cuba de la infancia, pero además con maestría cuestiona el poder venga de donde venga. “De niño lo único que me interesaba era el dibujo”, confesó para las cámaras de Lima Gris. “Eso me costó terminar en 16 colegios diferentes. Me echaban de todos”, aseveró con el humor que lo caracteriza.
A sus 77 años se maravilla por sus propias composiciones, y a veces se pregunta de dónde salió esta pintura. “Es el subconsciente lo que va creando, no soy yo”, indica con humildad, para luego señalar que “siempre he tenido la facilidad de visualizar y veo claramente las pinturas que quiero hacer”. Sin boceto o sin guion, al mismo estilo Werner Herzog, seres humanos que sueñan con los ojos abiertos y construyen obras de arte.
“Nunca tuve la oportunidad de ir a una escuela de arte. Tenía que aprender a pintar nubes. La observación es muy importante”, acota sobre la formación que llevó. “Yo pensaba que como colorista era un desastre, pero eso se fue refinando y tuve mejor control para escoger colores”, dijo, para luego precisar que su familia lo ayudó. “A mi padre le gustaba el modernismo, eso me ayudó muchísimo”.
Por otra parte, la política no es ajena a su vida. Siempre ha mantenido una postura sobre las organizaciones de poder que buscan limitar al hombre.
“Desde los sumerios nada a cambiado, hemos sido esclavos del poder. Se crean estatutos, leyes, pero eso implica un gesto de esclavizar a la gente. Oigo a la gente hablando de la inequidad. Siempre hubo ricos y paupérrimos. Somos tan narcisistas que pensamos que podemos cambiarlo. Es inherente al ser humano”, detalla.
“Si le quitamos a todos los que tienen y se lo damos a los que no tienen, dentro de 50 años, los últimos se convierten en los opresores”, expone dando una gran carcajada para apaciguar la aceptación de la condena del hombre ante el poder. “Es una necesidad del ser humano oprimir a los demás”, finaliza.
A su vez, vivir en Miami no le impide criticar al gobierno de su país natal, que para él es una “dictadura militar latinoamericana donde no hubo comunismo”.
“El gobierno de Cuba es más fascista que comunista. Yo me enteré que Fidel Castro había pagado 16 mil dólares por un uniforme de Erwin Rommel (general nazi, conocido como El Zorro del Desierto). Todos llevamos el comunismo y el fascismo dentro de nosotros”, sentenció.
Para finalizar, como mensaje para aquellos artistas jóvenes que van iniciando su camino, Larraz da su propia experiencia como recomendación: “Lo más importante es mirar dentro, la introspección, saber qué es lo que más te gusta y no lo que les gusta a los críticos de arte”.
La manera de ver la vida del pintor Julio Larraz persistirá a través de sus obras, caracterizados por el color, el manejo de luz y la fuerza, tal y como su subconsciente camina.
Aquí la entrevista completa con el artistas Julio Larraz.