El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, logró acordar su libertad con la justicia luego de 14 de la mayor filtración de documentos clasificados de Estados Unidos, regresando en silencio este miércoles a su natal Australia.
Assange aterrizó en el aeropuerto internacional de Camberra en un vuelo chárter alrededor de las 19.40 hora local, después de un largo viaje que comenzó el lunes en Londres y que le llevó a realizar el martes una parada técnica en Bangkok antes de comparecer hoy en Islas Marianas del Norte como parte del pacto con EE.UU.
El activista, de 52 años, salió del jet privado enfundado en un traje oscuro, con camisa blanca y corbata, y con el puño en alto saludó con gestos a decenas de medios de comunicación y seguidores que lo aguardaban y vitoreaban.
En la pista de aterrizaje se fundió en un abrazo con su esposa, Stella Assange, y su padre, John Shipton, pero lejos de la imagen más confiada que desprendía en sus comienzos al frente de WikiLeaks, Assange mantuvo un perfil bajo y renunció a declarar durante la rueda de prensa que se había programado tras su llegada.
«Julian quería estar aquí hoy, pero me ha pedido que yo lo haga (…) Necesita tiempo, necesita recuperarse», afirmó su esposa en una pequeña sala del East Hotel de Camberra, frente al más de centenar de periodistas que esperaban a su esposo.
El acuerdo implicaba acusarle de un solo cargo, “conspiración para obtener y divulgar información relacionada con la defensa nacional”, por el que fue condenado a 62 meses de prisión, una pena que ya queda cumplida con los cinco años que pasó en prisión preventiva.
Assange se negó a viajar al territorio continental de Estados Unidos y pidió comparecer ante el tribunal de las Islas Marianas del Norte, un territorio próximo a Australia, según un documento presentado ante el tribunal.
WikiLeaks, la mayor filtración de documentos confidenciales en la historia de Estados Unidos
Assange estaba acusado de recibir y publicar cientos de miles de cables militares y diplomáticos que incluían detalles de las irregularidades cometidas por el ejército norteamericano en Irak y Afganistán. Su actividad le valió el apoyo de activistas por la libertad de prensa, que elogiaron su papel a la hora de sacar a la luz comportamientos militares que de otra forma podrían haber quedado ocultas y advirtieron de un efecto amedrentador sobre los periodistas.
Entre los archivos publicados por WikiLeaks había un video de un ataque llevado a cabo por las fuerzas norteamericanas en 2007 desde un helicóptero Apache en Bagdad en el que fallecieron 11 personas, incluyendo dos reporteros de Reuters.