Conocí a Juan de Dios Delzo Farfán hace mil años en las aulas de Derecho. Recuerdo que él iba y venía con su sonrisa Colgate mientras me hablaba de sus sueños, de ser poeta y de viajar a lugares insospechados para mí.
Un beatnik en una Facultad donde las reglas, las estructuras y la formalidad hasta en lo que vestíamos regía nuestro día a día. Me preguntaba por aquel entonces qué hacía alguien como él, un habitante libertario en un lugar tan ajeno e inhóspito como ese, y donde el acercamiento más próximo que teníamos a la literatura eran las clases de redacción jurídica cuyo profesor, abogado también, se encargaba de atormentarnos una vez por semana con su ya cansada frase “somos lo que escribimos, ergo, nuestra escritura debe ser perfecta”.
Lo cierto es que las aulas de Derecho no son buenas para los soñadores, seres transgresores que sueñan, valgan la redundancia, con un mundo mejor. Y creo que Juan de Dios lo entendió así porque un buen día no lo vi más por clase.
Pasaron algunos años hasta que un día me lo encontré por el Centro de Lima. En ese entonces como practicante de Derecho, me paseaba como Pedro por mi casa por todos los juzgados habidos y por haber, dejando escritos y recursos con la misma rapidez de un chasqui.
Me saludó con su alegría de siempre. Inmediatamente captó mi atención el cúmulo de planos que llevaba en mano y me dijo “Es que ahora estoy dedicándome a cumplir mis sueños”.
¡Qué genial!, y ahora ¿a qué te vas a dedicar?, le pregunté pensando que había cambiado de carrera y que ahora estaba en arquitectura o ingeniería.
Estoy viajando a Cusco constantemente, tomando fotos de lugares alucinantes y estos planos son mapas de esos lugares. Con todo eso pienso hacer varios libros de viajes, y con esa plata, pondré un bar cultural en el mirador de la plaza San Martín, ¿Te imaginas?, un bar cultural donde se respire literatura y música, ¿no te parece genial?”
Mientras lo escuchaba pensaba ¿Qué se estaba fumando Juan de Dios?, me parecía una locura irreverente y transgresora, un bar cultural en el mirador de la Plaza San Martín, y con la plata de unos libros, era claro que era un imposible por donde se le viera, “Si claro, cómo no”, pensé. Recuerdo que celebramos la idea, le auguré todo el éxito posible. Y es que cada palabra de lo que quería hacer este chico veinteañero estaba tan llena de entusiasmo y convicción, que no quería ser yo, el ave de mal agüero que empañe su sueño. Y así sin más nos despedimos con la promesa de un futuro reencuentro.
Luego de eso, no lo volví a ver. En las reuniones que tenía con amigos poetas o músicos siempre preguntaba por él, pero nadie parecía conocer al hombre-misterio. Hasta que el año pasado leyendo una nota periodística sobre bares culturales en Lima, me asombró leer este texto: Juan de Dios Delzo Farfán, fundador del Yacana Bar.
No cabía en mi asombro, el loco había cumplido su sueño. Me alegre mucho por él e inmediatamente fui a ubicarlo. Nos volvimos a encontrar en el Bar Zela, su otro local. Le cuento la historia, lo felicito, se emociona, vuelve a sonreír y me sigue contando sus sueños, de su muestra fotográfica de sus viajes que expondrá en estos días en su bar.
Al escucharlo, retrocedo en el tiempo, y vuelvo a recrear esa escena donde años atrás ese chico veinteañero me contaba plano en mano, tan lleno de entusiasmo sus sueños más alucinantes, justo allí paraditos en la esquina de la Av. Wilson, una tarde de mediodía.
DATOS:
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Inauguración de exposición fotográfica el APU AUSANGATE, este viernes 01 de abril a las 7:30pm en el histórico Bar Zela (Av. Nicolás de Piérola 961, frente a la Plaza San Martín).
Fotográfos: Juan de Dios Delzo Farfán/Diego Nishiyama,
Stéphane VALLIN, David Mendoza y Flavio Huamani.