José Vadillo Vila (Lima, 1977) estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Publicó Historias a babor, Hábitos insanos y Apus musicales. Héroes de la canción andina peruana. Ha editado cinco álbumes con el grupo de música latinoamericana Wayanay y uno en solitario denominado Elemental. Ha sido becario de la Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundado por Gabriel García Márquez. Sus textos periodísticos han sido publicados en el Perú, Chile y México. Actualmente, trabaja en el Diario Oficial El Peruano.
Hablemos sobre sus inicios en la música.
Las pasiones por la música popular y la literatura las tengo desde niño. A los 5 ya tocaba flauta dulce, a los 13, ya núbil guitarrista, integré mi primer grupo y a los 16 participé en mi primera grabación con el grupo Wayanay, el álbum Vuela gaviota, vuela (1994). He participado en cinco álbumes con Wayanay y tengo dos discos de solista.
Aparte de su libro de cuentos Hábitos insanos, ¿Qué otros libros has escrito?
En 2003 edité mi primer libro de cuentos, Historias a babor, y una década más tarde, el segundo, Hábitos insanos. También he participado en distintas antologías de narrativa breve. La más reciente es 21. Relatos sobre la independencia del Perú, editado por Petroperú.
¿Apus musicales es su mejor obra literaria?
El tiempo decanta las obras de un autor. Y la crítica es la que dirá cuál de los libros que he publicado es el mejor. Sin embargo, se trata de mi primer libro de crónicas, los otros dos libros son de ficción. Van por caminos distintos. Y Apus musicales. Héroes de la canción andina peruana es solo el primer volumen del aporte que quiero dar, desde el periodismo narrativo, a los personajes de la música andina que vienen de distintas canteras, tienen una carrera sostenida y son queridos por miles.
De no ser periodista cultural en El Peruano, ¿Qué le hubiera gustado ser?
Creo que hijo de Bill Gates, para tener todo el dinero y ayudar a mis amigos a producir discos y a escribir libros importantes para ellos. Y otros tantos, míos, sin preocuparme en qué comeré mañana. Dejando de lado la ironía, creo que, en mi caso, ser periodista cultural me acerca a poner en valor distintas manifestaciones del país, apoyar algunas iniciativas que considero interesante y ser crítico con otras. El fin siempre aportar en elevar el nivel de su trabajo, lo que redundará en la cultura de los peruanos.
¿Y qué nos puedes decir de los cinco álbumes con el grupo latinoamericana Wayanay, Elemental y Primera parada, sus discos de solista?
Considero que mi vida se resume en ser un contador de historias. Por eso me gusta del periodismo, el periodismo narrativo o crónica. Y en la música, más que ser virtuoso de un instrumento o gran cantante, me interesa más crear canciones de distintas temáticas, en distintos géneros, desde rock, baladas, boleros hasta valses, huainos y morenadas (el año pasado con Wayanay lanzamos “Ya me acostumbraste a ganar”, una morenada dedicada a la selección peruana de fútbol).
Puede citar músicos nacionales y/o extranjeros ¿Qué han influido en su gestión operadora?
Soy un polígamo musical. Cada música tiene su momento para mí. Cuando viajo a nuestros pueblos me gusta escuchar con respeto y el corazón en la mano la música tradicional. En las urbes, presto oído a todo lo que escuchan en buses, mototaxis. Tengo especial predilección por la música latinoamericana, la cumbia, el rock clásico inglés, el chelo de Yo-Yo Ma. Pero no me limito a ello, trato de estar atento a lo que producen, sobre todo, los músicos peruanos que tienen pocas tribunas para difundir su arte.
¿A qué personajes de la literatura y del periodismo admira Ud.?
Admiro el trabajo de muchos escritores. Solo tomaré una arista que, por deformación y tema de investigación, tengo muy presente: los cronistas latinoamericanos. El colombiano Alberto Ramos Salcedo, el chileno Juan Pablo Meneses, los argentinos Martín Caparrós y Leila Guerriero, los mexicanos Carlos Monsivais y Juan Villoro, los peruanos Villanueva Chang, Eloy Jáuregui…Solo es una lista y es extensa. Igual tengo otras de cuentistas, novelistas y poetas. Un faro siempre será José Watanabe.
Alguna anécdota curiosa que haya ocurrido en su vida periodística, musical y literaria.
Muchas. Una vez, cubriendo una ruta turística en el valle de Andamarca (Junín), nos cogió una granizada cuando escalábamos un cerro. Tuvimos que guarecernos al lado de piedras no tan altas por más de 20 minutos. Luego, mi casaca terminó destrozada.
Bien, a esta altura se impone una definición ¿Cuál debe ser el rol del escritor peruano en un país dependiente y subdesarrollado, cómo el nuestro?
El primer compromiso, es con su escritura. Si ese vehículo no está afinado, nada funciona. Mire, yo me demoré una década entre uno y otro libro de cuentos porque tengo un gran respeto por la palabra escrita. Y al leer mi primer libro me daba cuenta que faltaba madurar a mi escritura; me faltaban recursos. Uno debe de ser muy autocrítico en cada etapa de escritura, edición, revisión, publicación. Por eso, cuando me llegan libros de cuentos, novelas o poemarios, empiezo la lectura no con curiosidad sino con temor. Lamentablemente, han sido mayoritarias las malas experiencias que encontrar fulgurantes escrituras. Y otro jalón de orejas debemos de dar a los editores: muchos no merecen llamarse así, publican cualquier cosa, con tal de asegurarse el pago de algún escribidor incauto. Le hacen un severo daño tanto a pseudoautor como a los potenciales lectores que tendrán. Me preocupan sobre todo estos últimos.
Algún mensaje para los jóvenes que se quieran dedicar a la literatura, la música o el periodismo.
Me preocupa que quienes estudian en las escuelas y facultades de Ciencias de Comunicación, Comunicación Social, Periodismo o como quiera llamarlo, sean personas a quienes no les gusta leer. Es algo incongruente. El ser lectores de buenos libros les asegurará ser exigentes consigo mismos en la redacción de textos para todas las plataformas; ser más humanos; y tener más herramientas para contar el mundo que les rodea. Como decía el maestro Oswaldo Reynoso, para escribir bien, hay que leer, leer y leer y escribir, escribir y escribir.