Mientras
que al alcalde Jorge Muñoz sube de manera distópica en las encuestas de IPSOS, contratadas
por El Comercio y cuya aprobación asciende a 59%, él continúa descendiendo para
CPI con una baja del 8.9%, y con una aprobación de apenas 35.2%.
Al
parecer dichas deliberaciones son como un Juego de tronos, liderado por un
“grupo” que ha patrocinado al colorado desde su época de candidato, y donde el mayor
perjudicado e ignorado ha sido el vecino de Lima, que al margen de indicadores
porcentuales y estadísticos, aún no ve mejoras en la capital en temas de seguridad ciudadana, y observa más
obras inconclusas, sumadas al todavía existente caos vehicular, a pesar del
reciente paliativo Pico y Placa.
Por
ejemplo, y según datos de la GTU y de Protransporte, ambas gerencias de la propia Municipalidad
Metropolitana de Lima, con respecto a Pico y Placa en lo que concierne a transporte
público: en la vía Javier Prado habría mejorado un 20% en el factor tiempo, pero
en la avenida Arequipa apenas un 4%; mientras que en las panamericanas norte, y
sur se ha perdido 7% de tiempo. Asimismo,
en las vías auxiliares y alternas como las avenidas Arenales, y Petit Thouars,
se ha perdido un 36% de tiempo, y un 17%
respectivamente.
En otros términos se ha desvestido un santo para vestir a otro, porque el flujo masivo de vehículos que transitaban en las vías principales, se ha trasladado e incrementado ferozmente en las vías alternas; lo que demuestra que el alcalde de Lima no ha tenido un plan de gobierno municipal, y a eso se le conoce como improvisación. No olvidar que una norma, llámese ordenanza y que además tiene rango de ley, no puede ni debe modificarse en menos de 15 días de haber sido aprobada. La ciudad capital ya no está para experimentos antojadizos que se basan en una ley que al margen de ser perfectible, luego se vea modificada cuántas veces sea necesario con simples resoluciones de gerencia.
En la Municipalidad de Lima hay un presupuesto de 103 millones de soles para la reducción del tiempo, la seguridad y costo ambiental en el transporte urbano, sin embargo hasta el día de hoy se ha invertido de ese capital apenas un 36%; eso significa que hay una incapacidad de gasto.
El
alcalde pretende desincentivar el transporte privado, pero a pesar de contar
con el capital suficiente, no ejecuta la inversión necesaria para mejorar la
infraestructura del transporte público, y tampoco incrementa un mayor número de
buses de El Metropolitano (recuerden que nunca instalaron los ventiladores
prometidos durante el verano)
Al parecer el alcalde Jorge Muñoz, además de su arrogancia, está rodeado de un equipo incompetente que solo le hace patinar, como lo sucedido con el alcalde de La Molina Álvaro Paz de la Barra que lo pechó frontalmente y lo demandó con una Acción de Amparo ante el Poder Judicial con el afán de defender los intereses de sus vecinos molinenses para cautelar su derecho al libre tránsito, y ante eso, Muñoz sencillamente tuvo que retroceder, y por eso ahora la avenida Javier Prado está excluida del Pico y Placa.
Por
otro lado, el Centro Histórico de Lima, ha sido impactado por una norma de tratar
de peatonalizar sus arterias, y al parecer aún no brinda sus resultados.
Con
respecto a los peajes no olvidemos que el presupuesto de la Municipalidad de
Lima está empeñado en los peajes, es decir, la comuna ya no tiene presupuesto,
porque el 40% del dinero que se recauda justamente de los peajes, ahora
esta fideicomisado. En ese sentido, Rutas de Lima (donde Odebrecht
aún mantiene el 25% de acciones) pretende presentar una adenda a la
municipalidad para que esta apruebe eventualmente la venta de aquel 25% de
acciones a un tercero, y así poder sacar el cuerpo de aquel contrato.
Entre
tanto las autoridades municipales de Lima-norte realizarán mañana una protesta
contra el peaje de Rutas de Lima de Chillón, para exigir la hasta ahora
dilatada anulación del mismo, mediante la figura jurídica de la Terminación
anticipada, y/o por ser lesivos a los intereses de los vecinos; sin embargo, el
alcalde Muñoz hasta el momento ha sabido mantener una falta de liderazgo al no
decidir el clamor de los ciudadanos.