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Jorge Eduardo Eielson en el MALI

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“Para vivir bien … Es necesario además/ Tener hambre de luz/ Y devorar una estrella”.

El autor de muchos de los poemas más bellos jamás escritos por un poeta nacido en Perú fue, por sobre todas las cosas, un artista cuyo espíritu “renacentista” -omnicomprensivo- lo llevó a abarcar casi todos los modos de expresión estética conocidos en su tiempo, las artes plásticas, las artes visuales, la poesía, la narrativa, etc.

Este hombre irrepetible en su desborde artístico solo halla un par suyo entre los artistas peruanos, en el sentido de su exploración multidisciplinaria y en su aproximación a las vanguardias, en el genial César Moro, compañia, sin duda, inmejorable para dos de aquellos “pocos” que de tan cerca han visto a la belleza en este país.

Lo que muchos no saben es que el desarrollo de la obra plástica de Eielson es tan o más relevante que su poesía. De hecho, la famosa aversión de Eielson o su progresiva desconfianza en la palabra que se demuestra en la evolución de esa especie de minimalismo que fue despojando a su verbo del lujo y la exuberancia de Reinos, pasando por Ajax en el Infierno, Habitación en Roma y Noche Oscura del Cuerpo hasta llegar a los poemas que escribió en los últimos años de su vida- Sin Título, De Materia Verbalis, etc-  tuvo una repercusión insólita en su propuesta. Es decir, en tanto su desconfianza de la palabra aumentaba, su interés expresivo incontrolable se volcaba con intensidad en soportes tales como las artes plásticas y visuales. De esa exploración se trata la muestra panorámica Eielson que el MALI ha  puesto en exposición desde este 18 de noviembre hasta el 4 de marzo del próximo año.

Cabe preguntarnos, ante de esbozar una impresión de la muestra en sí, si para Eielson la poesía y las artes visuales y plásticas seguian caminos distintos. Yo creo que no hubo tal dicotomía en su obra y, en este sentido, no es casualidad que la recopilación de sus poemas -en reiteradas ocasiones, estando vivo el poeta y con su pleno consentimiento- se haya titulado Poesía Escrita, circunstancia que nos muestra la claridad mental de Eielson para implicar que todas las otras manifestaciones de su obra, también, son poesía, claro está que poesía más allá de la palabra. Por esto, es notable que su influjo poético haya afectado en él tanto a su obra en verso como a su obra plástica y así, este gran creador vínculó esta enigmática y antigua palabra con uno de sus significados originales, la pura creación, la poiesis. Hasta en estos detalles, Eielson es esencial.

Mas no nos desviemos del tema de fondo:

Los lienzos de Eielson- pinturas puras, no atravesadas por telas ni nudos-, fueron la impresión más impactante y confirman la gran distancia que medía entre ver una obra en fotos y verla frente a tus propios ojos. Tan impactantes fueron que deberé abordar en un texto independiente todo lo que esos cuadros han suscitado en mi sensibilidad.

Sus famosos nudos, y los lienzos en los que cruza telas anudadas en uno u otro extremo son de gran interés por rebasar el límite espacial que supone el marco o el mismo lienzo, estas telas superpuestas y los nudos, además de su conocida pretensión de asimilar la cultura prehispánica -siempre Eielson yendo a lo ancestral de la mano de la más alta vanguardia- tiene que ver, también, con los referentes que tomó del Grupo Madí, acaso la más original vanguardia latinoamericana del Siglo XX.

La instalación final, un piso de arena, una línea de neón azul transversal, merece todos los elogios posibles porque lleva al espectador a cavilar sobre un horizonte que se confunde con el mar en una circunstancia casi de ciencia ficción debido a la intensidad del neón azul y seguro cada uno podrá exponer una serie de imágenes al respecto luego de haber presenciado este bello espectáculo visual pero a mí se me antojó ver la siguiente línea: el desierto, el océano, el horizonte, el infinito y la infinita capacidad de ilusión que cabe en el ojo humano.

De sus lienzos, se debe indicar, que lo fundamental es el uso de colores nítidos aparentemente sin ningún interés en representar nada, además, de una mera impresión. Sin embargo, esa condición apacible se quiebra, en tanto, estos lienzos se ven desbordados por el uso de telas superpuestas y algunos nudos, haciendo que el espacio se haga más vasto y es en este punto cuando se integran las dimensiones propuestas por el artista conformando así una obra que se excede a sí misma y nos hace pensar, imaginar, divagar y cavilar, expresiones todas de la gran calidad artística de este arte conceptual. Compárese estas aproximaciones con lo que sucede al estar frente a mustios objetos supuestamente conceptuales y se verá la contundencia de la propuesta de un artista genuino y poderoso pese a su extrema delicadeza.

El arte de Eielson como todo arte genuinamente grande e importante se basta a sí mismo para “expresarse” y para enfrentarse o para cautivar al espectador.

Una curiosidad es el breve espacio concedido a Michele Mulas. De hecho, haber expuesto algunas pequeñas obras del artista sardo que estuvo con Eielson durante décadas es un fino gesto que da una redondez extra al imaginario eielsoniano  pero han sido muy ridículos al usar el eufemismo de “compañero de vida” respecto del sardo Michele Mulas quien fue, obviamente, el caro marido del poeta de la referencia y, por lo menos, merecía ser llamado cónyuge así no hayan sido vinculados por la forma prescrita en un contrato o acuerdo matrimonial.

En fin, el MALI se ha lucido al aceptar esta propuesta tan amplia e impresionante aunque no haya contado con todo el material fílmico que produjo J.E.E. De haber conseguido este material, sin duda, la muestra sería la más completa, en razón de su variedad, que se haya realizado con la obra eielsoniana.

Sin embargo, no estuvieron listos los catálogos de la muestra para la inauguración. Esperamos que ya los hayan dispuesto o que los dispongan de inmediato porque el acceso de 15 soles – entrada general- amerita que se brinde, además, un buen catálogo.

Considero un desacierto que una muestra tan brillante no esté al acceso de toda la población. Esto nos lleva a mencionar la intrincada problemática existente en la gestión-artística en el país. El Estado debería intervenir en favor de la gente y si el MALI debe cobrar entradas deberían ser menos sacrificadas para las masas que podrían utilizar esos quince soles en el consumo de un buen almuerzo y una satisfactoria cena. Es terrible que una exhibición tan digna de elogios en lo formal no esté a disposición de los miles de caminantes que atraviesan la periferia del Parque de la Exposición día tras día y, mucho menos, para las personas que viven muy lejos del centro limeño.

Inclusive para gente aficionada a espectar exposiciones ir a esta muestra de Eielson resultará impactantemente sugestiva, así que imaginemos la repercusión de esta sensibilidad enorme del artista en sensibilidad e imaginación de gente que apenas esté interesada en el arte. Aquellos que supongan que por su inexperiencia no contarán con los elementos de juicio suficientes para apreciar las obras expuestas, pese a la aparente lógica de la suposición, estarán errados. Si algo debe resaltarse de las propuestas conceptuales de Jorge Eduardo Eielson, es que no necesitan de ningún apoyo textual para orientar o sugerir una vía de interpretación como sucede con la mayoría del arte conceptual, que en mi opinión, desprestigia ese tipo de propuestas, dado que un objeto artístico debe ser autosuficiente.

En todo caso, a fin de resolver esta circunstancia tan poco “inclusiva” debería estipularse un set de días en los que la visita al museo sea gratis, caso contrario se “beneficiará” únicamente a aquellos que  puedan costear con el lujo de acceder a esta muestra cuando el escenario ideal para la promoción de las actividades artística-culturales en el país debería facilitar el acceso de cualquiera. En este último punto, podría señalarse que los menores de edad y los estudiantes reciben un descuento pero este es insuficiente no solo por el monto en sí sino porque no se necesita ser estudiante o un profesional para disfrutar de la belleza.

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