Escribe: Edwin Cavello Limas
La película dirigida por Tood Phillips y protagonizada por Joaquin Phoenix ha sorprendido a muchos, pero no necesariamente por ser una obra maestra del cine, sino, más bien, por el debate que ha despertado el filme hollywoodense. Joker solo es una película con una gran actuación por parte de Phoenix, y un guion predecible elaborado por Scott Silver.
La crítica
ha creado una especie de falsa publicidad que fue creciendo como una bola de
nieve. Algunos críticos “sesudos” incluso han hecho el esfuerzo de encontrarle
referentes forzados, argumentando, además, un análisis apoyado en la psicología
barata, dirigida especialmente para dummies.
Phoenix es un gran actor, y eso ya lo demostró en trabajos anteriores, pero en Joker es el único que se pone la película al hombro, eso al final termina agotando al personaje, lo vuelve predecible, además, cansa verlo repetidas veces forzando la risa.
Un filme es una obra de arte cuando un grupo de actores destacan independientemente, cuando un guion sorprende con los giros narrativos y diálogos. Cuando un director te captura con los movimientos de cámara, la buena fotografía y la música. Una buena película te sacude, te emociona y transforma. Lamentablemente Joker no consigue los requisitos básicos para considerarla una “obra de arte”.
He leído muchas críticas en diferentes medios; he reído con algunas y hubo otras que no pude terminar debido a la dosis de exageración en sus líneas. Al final todo parece una estrategia del mercado, que se basa en crear una gran expectativa para que la masa corra a las salas de cine con canchita y gaseosa en mano.
Pero como muchos y ante tanto ruido me animé a ver Joker. Al final el filme de Tood Phillips no conecta, y lo único que me generó fue un largo bostezo. La historia del Joker se parece mucho a Un día de furia, otro filme «psicológico» de 1993 protagonizado por Michael Douglas, con la diferencia de que el protagonista no lleva la cara pintada y no se le mueve ningún musculo del rostro para sonreír.
Por otro lado, Joker no tiene nada que ver con el personaje plasmado en el cómic; es más bien un intento de cine de autor que tropieza en su laberinto. Al final, a Joker algunos críticos de cine le metieron más inflador que piscina de barrio, pero solo es una película sobrevalorada por la crítica. Si quieres ver una verdadera obra de arte estrenada este año, no te pierdas Paradise (Parásito), del director coreano Bong Joon-ho.