¿Demasiada realidad para ti? ¿Lo podrás soportar? ¿Te atreves a probar? El cine es más de lo que piensas. El cine juega muchos juegos. El juego que propone la directora en esta película es extremo. Pero no banal. Veamos. ¿Por qué rechazamos la cotidianidad? Se supone, en la medida que lo hacemos, que la rechazamos porque es enajenadora. O porque no nos deja vía de escape para enfrentarnos por fin a nosotros mismos. Y a la vez funciona también como lo contrario, como un olvido del ser… Cierta regularidad cotidiana es sin duda necesaria pero cierto grado de regularidad es definitivamente idiotizante. ¿Pero qué tal si este cine de inmovilidad está tan o más vivo que el otro?
Con elegancia Akerman nos transporta a bloques de tiempo que quieren capturar la vida en su movimiento más imperceptible. Lao-Tsé diría que “La inmovilidad es la rectora de todo movimiento”. Muchos recordarán el, a medias chiste, de ‘dejó la cámara prendida, se fue y regresó mucho tiempo después y todo estaba igual pero algo había cambiado’. La nada, lo mismo, los blancos de tiempo, el tiempo puro, son expresiones útiles, pero hay que vivirlo para decir lo que es. ¿No es verdad que para que ciertas cosas te sean reveladas tienes que saber esperar?
Qué cosa o qué vida más cotidiana que lo más cotidiano de la vida una ama de casa (la sola expresión ama de casa es espinosa y dificultosa, por cotidiana, por la irreflexión ’natural’ que conlleva). Cómo esa entre tediosa y apacible mecanicidad puede explotar, ser una bomba de tiempo, cómo hay que ser testigo-cómplice para casi oír el tic tac, así que hay que revelar estructuras de poder, de sumisión, cómo urge hacia el fin de la película la liberación… o algo parecido a la liberación.
Descrita como minimalista o estructuralista, que traducido quiere decir que el método es claro pero que pocos se atreven a llevarlo hasta sus últimas consecuencias (sí, Warhol supera a Akerman en la exacerbación de lo cotidiano). Lo mínimo, sí, eso que hacemos en el límite del darnos y no darnos cuenta de lo que hacemos. Y en Akerman el tema de la estructura del filme es fundamental. El filme es la explosión o la alteración de un orden, de una orden, insoportable, por explosión. Una acción decisiva en diálogo con el manual terrible de las acciones / inacciones cotidianas.
Lo de tan visto que se ha vuelto invisible y que vuelto una vez más a ver puede verse recién, tal vez, o de nuevo, por primera vez. Es notable cómo atravesando el probable tedio, es decir elevando tu capacidad de observación y tu sentido de la espera, y tu empatía, podrás descubrir territorios de gran fascinación.
Por último. Es revelador recordar que Akerman asimila su película la ritual judío que presenció en su infancia.
Tercera película del Ciclo “Continúan las maravillas belgas” que se proyectará el lunes 21 de agosto a las 7:30 pm. en el Cineclub de la Universidad Cayetano Heredia (Av. Armendáriz 445 Miraflores, ingreso libre).